Selfi
Selfi
Los espejos aparecen por doquier en su casa. Germán los compra grandes, medianos, pequeños, diminutos, de pared, de mano, de cuerpo entero, giratorios, planos, cóncavos, convexos, de cobre, plata, bronce, de vidrio y de bolsillo. No cabe uno más en aquel espacio. ―Ha caído en la trampa del espejo―.
Cada mañana inicia su rito
con rigor quirúrgico. ―Primero
se desnuda frente al espejo de cuerpo entero. Recorre con la mirada los pies,
las piernas, sus genitales, se gira para ver sus escurridas nalgas y su espalda
ancha; se voltea de nuevo para seguir viendo sus brazos, su estómago, sus
costillas y pectorales. ―A
la altura del cuello, ya un sudor frío lo recorre y un temblor se apodera de
sus manos. Se pierde en aquella oscuridad, ―llora desesperado, grita, y se da puñetazos en los pulmones.
Se voltea hacia el espejo
giratorio enfocando su mirada en la parte trasera de la cabeza, que sí logra
ver. Gira a un lado y luego al otro: ―las dos orejas siguen ahí, al igual que su cabello rubio de
siempre. Se pone otra vez de frente, y se vuelve a perder por entre aquel
cráter oscuro y profundo. ―Se pregunta por sus ojos, párpados y nariz. ―¿Qué ha pasado con su frente
y sus mejillas? ¿Con su boca y con sus labios?― Y unas lágrimas calientes irrumpen aquel frío en el cuello.
Recorridos al menos
diez espejos, y ya resignado de tanto contemplar el reflejo de ese rostro que
va diluyéndose cada vez más, ―se baña y se viste para salir al trabajo, pero antes se toma una
selfi y la publica en sus redes―.
En la oficina, los compañeros lo saludaban de mano y las chicas de beso en la mejilla, mientras afirman lo bien que se ve y lo rozagante de sus mejillas. Las más atrevidas se embelesan en sus ojos azules, insinuándole que les gustaría hundirse en aquel mar profundo.
Una vez en su escritorio, el
jefe lo llama: ―Germán;
―Si señor, dígame; ―le responde nervioso―. ―Venga pronto a mi oficina. ―Se pone en pie y prontamente
está frente a él―.
―¿Qué le pasa que últimamente
lo veo como elevado, como en otro mundo? ―No señor, no es nada; ―le responde titubeante―. ―¿Cómo puede explicarme
entonces, que el último reporte esté lleno de garabatos en lugar de letras y
palabras? ¿Dónde tiene puestos los ojos? ―Lo mira incisivo―.
Entonces Germán no logra ver
el papel que escucha deslizarse por la superficie del escritorio de su jefe. Y corre despavorido embistiendo
todo a su paso.
(*) Imagen tomada de: https://hidehistory.home.blog/la-sombra-detras-de-tu-espejo/
Que bonito muchas gracias. Mientras leía me imaginaba a Germán.
ResponderEliminarGracias querido lector por dejarte llevar por tu imaginación. Un abrazo.
Eliminar����Ciertamente, los espejos son enloquecedores.
ResponderEliminar... Pobre Germán...
Genial la imagen de las manos... Apenas para el título de la narración.
Muy creativo, amigo���������� Yolanda Corredor.
Mil gracias mi querida Yolanda, tu siempre tan generosa con tus palabras y tu lectura. Un abrazo.
EliminarHuyuyuyuyuyyh.
ResponderEliminarQué cuentazo. Excelente. Muy bien narrado
Felicitaciones ��������Luz Stella Muñoz.
Gracias LuzS. La verdad este cuento trata lo que he denominado el complejo del modelo tan relacionado con el abuso del selfi en las redes sociales. En el fondo no es más que una alusión al mito de Sísifo o de Narciso o lo que la Psicología ha llamado una dismorfia corporal, por eso la pérdida del rostro y, por tanto, la ceguera momentánea del final.
EliminarHola Fercho, espero que se encuentren bien. Admiro y envidio lo bien que escribes. Un abrazo. Edison Bedoya.
ResponderEliminarHola Edison, todo bien, llegué ayer a Medellín por trabajo. Gracias por tus palabras que me animan en ese ejercicio silencioso.
EliminarNo dejas de sorprenderme. �� Aleyda
ResponderEliminarGracias Aleyda, qué bueno que te dejas sorprender.
EliminarLa realidad al desnudo, dónde vivir para la imagen altera nuestra percepción de nosotros mismos y de los otros y la hace que suframos cambios de lo que debe ser real. A propósito ,Yo no miro estados por qué en centro realidades aumentadas de si mismos...Un abrazo amigo
ResponderEliminarEstimado amigo, así es, y me pregunto a menudo si los nuevos espejos no son ahora las cámaras y los flases que han obnubilado nuestra personal percepción y nuestros sentidos. Otro abrazo de vuelta.
EliminarExcelente la manera como logra que el lector se adentre en la historia...Néstor Giraldo.
ResponderEliminarMe alegro por ti, Néstor que te hayas dejado llevar y adentrarte en la historia. Honor que me hace. Un abrazo.
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