Nacido en las montañas
del Quindío
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Café de la finca de mi prima Exidelia Hurtado, (certificación Rainforest Alliance), Córdoba, Quindío, Colombia |
Como ya comenté en el post “Nací pobre, pero rico en gustico”, soy oriundo del Quindío, de donde también es originaria toda
mi parentela por parte de mi madre. Mis hermanos nacieron en pueblos y campos
y, parece que yo también, no soy tan ignorante en temas del campo, aunque sólo
en teoría, pues a la hora de sembrar cualquier planta, prefiero recurrir a los
experimentados, ninguna planta se fiaría de la experticia de mis manos.
Conozco las plantas de café y sé que proviene de África y
Madagascar. De niño muchas veces jugué con mis hermanos y algunos amigos entre
cafetales; que ya el arábigo, el más cultivado en Colombia y sus plurales
variedades: Típica, Borbón, Maragogipe, Tabi, Caturra y la variedad Castilla;
definidas éstas por la altura en que se cosechan, por el tamaño de la planta o ya
por el color amarillo o rojo de sus frutos. Pero para serles sincero, poco o
nada sé de la cosecha y del procesamiento, eso se lo dejo a los técnicos, pues
sí que hace falta serlo para producir un buen café. Yo me ocupo de saborearlo
todos los días, en eso soy experto, en el consumo y en la curiosidad de saborear
nuevos cafés y vivir nuevas experiencias, pues el café es olor, sabor y experiencia.
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Fotos de la reciente visita a Córdoba, Quindío, familia de mis primos Exidelia y Álvaro Hurtado Ruíz. |
Entre el chocolate y el
café, me quedo con los dos
Según la creencia de mi padre, los niños no debían beber café
porque no era bueno para el desarrollo del cerebro (gracias a Dios hoy se
comprobó que no sólo es bueno para el desarrollo óptimo de este órgano sino
para muchos órganos más del cuerpo humano). En fin, por eso, de niño y
adolescente bebía sólo chocolate, hasta la edad de la emancipación, que en mi
caso llegó de la mano de mi curiosidad y responsabilidad, pues mis padres al
ver mi interés en el arte, la cultura y mi excesiva responsabilidad al asumir
las tareas propias de mi edad, dejaron que fuera tomando en mis manos las
riendas de mi existencia; así que empecé a beber café y a realizar cortos
viajes sólo. Veía cómo en las reuniones de adultos, en los eventos sociales se
bebía café y, sin parar; (piensen en lo
que significaba toda una noche en vela, en un velorio y después en su
respectivo novenario y las miles de tazas de café y de otras bebidas que se
dejaban colar por los pescuezos de los apesadumbrados acompañantes), es sin
duda una de las razones por las que afirmara el célebre músico Giuseppe Verdi
“El café es un bálsamo para el corazón y el espíritu”.
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Onces Santafereñas en la famosa Pastelería La Florida, Bogotá, D.C. (De izquierda a derecha: Saúl Nova, Carlos Forero, Flavio Carnevali y yo). |
Las citas más importantes se concretaban en torno a uno o más
cafés y en cafés, que de paso sea dicho, se han convertido en lugares de
inspiración de muchos escritores para redactar sus poemas, historias y
vivencias, qué decir de “La Eterna
Cadencia”, el café que se tomaran los escritores en Buenos Aires y que se
convirtiera en uno de los multi-emprendimientos literarios (librería, editorial,
café y restaurante) más importantes de Argentina; en Bogotá las famosas
librerías cafés “La Madriguera del Conejo”
o la “Casa Tomada”, no se quedan
atrás. Ya Balzac lo había dicho, “tan pronto como el café llega a su
estómago, sobreviene una conmoción general. Las ideas empiezan a moverse, las
sonrisas emergen y el papel se llena. El café es su aliado y escribir deja de
ser una lucha”, así que café y literatura van de la mano.
Los pueblos y ciudades, que para mi tierna edad constituían
una lista corta, tenían cafés o griles en los que se reunían los adultos,
ciudadanos comunes y tinterillos, a ejercitar el más largo de los órganos de la
boca y a dejar que el tiempo pasara –estilo
y moda a la criolla-. Ansiaba poder hacer lo mismo, pero no podía, pues a
mis catorce años, casi todo me era prohibido. Dejé entonces por un tiempo el
chocolate y me dediqué al café, que me hacía parecer elegante, adulto quizás,
me preparaba para largas conversaciones y me disponía con un no sé qué, con un
toque cerebral a éstas, y no lo digo yo, lo dijo Don Sherlock Holmes en "La
aventura de los tres Garrideb”: “No hay nada como una taza de café para
estimular las células del cerebro". Lo empecé a beber oscuro, me sabía
mejor, pues como dice Rubén Darío “Una buena taza de su negro licor, bien
preparado, contiene tantos problemas y tantos poemas como una botella de tinta”;
no me gustan los expresos, lo prefiero sin leche, -siempre odié la leche, ahora mi odio por ella ha menguado, pero aún no
es mi mejor amiga-, frío o caliente, pero mejor caliente y con algún
pasaboca.
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Tomando café en los pueblos: Arriba con mi amiga Aracelly Tovar y su hijo Anderson Cadena, Alcalá, Valle del Cauca; abajo con Deisy Peña, Flavio Carnevali y Jhon Javier Sánchez, Quimbaya, Quindío y en Calarcá, Quindío con Liliana Hurtado. |
Y digo que entre el café y el chocolate, prefiero los dos, porque no
hay sabor más exquisito que el de un buen moca –para mí, mitad café, mitad chocolate, caliente, humeante y aromático-.
Pienso ahora en los deliciosos granos de café recubiertos de chocolate…
¡Mmmm! Son una tentación a la que es muy fácil caer dado que son pequeños
granos y pequeña también la culpa. Los remito a mi post “Chocolate: inocencia, pasión y deleite”.
El aroma que me cautiva
Como con el
chocolate, del café la primer experiencia que tengo es la del aroma. No podía
dejar de saborear aquel olor intenso cuando en casa se preparaba café para mi
padre –éste lo acostumbra como la primera bebida/comida del día, los tragos que
llamaban entonces-. Yo sigo la misma costumbre, pues como lo dijo Bach, “Sin mi café de la mañana, soy sólo
como una pieza dorada y seca de carnero”. O para atender a la recién
llegada visita, a la que se servía con la mejor vajilla de casa. ¡Qué olor!
¡Qué aroma tan singular! Ya alguien afirmó que “ningún café puede ser bueno en la boca si primero no ha mandado una
dulce oferta de olor a las fosas nasales”. ¡Qué
tentación de ponerse a beberlo! ¡Qué deseos de ser adulto, de crecer rápido
para beber café y hablar sin límites ni horas! –A propósito, siempre me intrigaba qué era aquello a lo que se
entregaban con tanta pasión y ahínco los adultos- Decían que intentaban
componer el país, nunca lo lograban, concluían en medio de jolgorio, pero reían
a carcajadas, seguro, por efecto de los muchos cafés que se filtraban en sus
barrigas y de la cafeína, claro está. Eso se me antojaba placer de dioses.
Si hay algo que extraño cada vez que viajo y me enfrento a
cafés no colombianos, es la falta de aroma, es como si faltara lo más
importante del café, aquél olor que estimula tu cerebro, que lo dispone para la
socialización o para empezar el día con buena energía y la mejor actitud o para
escribir. De paso sea dicho que hay personas que prefieren olerlo a tomarlo. Yo
prefiero olerlo y tomar muchos también. Y es que huele tan bien el café que
podría afirmar al unísono con el dramaturgo inglés John Van Druten, “Creo
que si fuera una mujer llevaría café como perfume”.
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Café en excelente compañía. De derecha a izquierda: Flavio Carnevali, Álvaro Martín, Olgamar Carnevali y yo en Buenos Aires, Argentina |
De viaje por Colombia
Terminando el 2015 y durante el primer mes de 2016, para
elaborar una experiencia de duelo y pasar una página de ésas amargas que te da
la vida, decidí irme de viaje por tierra con mi amigo Flavio, por varias zonas
del país: Caldas, Cauca, Nariño, Valle del Cauca, Quindío y Risaralda, todas ellas
regiones productoras de café; y también por sugerencia de Flavio, nos
permitimos saborear la diversidad de cafés que ofrecen. En cada ciudad a la que
llegamos compramos una bolsa de café local y una vez retornados, nos dispusimos
a deleitar los paladares con más pausa y sin premura. Eso sí, durante mi
estadía en las diferentes ciudades seguí con mi rutina de café –no puedo con menos de cuatro tazas en la
mañana y unas dos en la tarde, sin exceder las 5 p.m., la cantidad puede variar
dependiendo de los eventos, pero no bebo café en las noches-, nada
comparado con las cerca de 50 tazas diarias que bebía Balzac, y entre las 50 y 70 que tomaba Voltaire. Comparado con ellos, soy sólo casi adicto.
De todos los cafés de montaña de Colombia –ésa es una característica especial de los
cafés colombianos, todos se cultivan en las montañas de nuestras tres cordilleras-,
descubrí sus propios atributos: cafés
limpios, con acidez y cuerpo medio-alto y con un aroma pronunciado y completo.
Estas cualidades definen el aroma o los componentes aromáticos solubles del
café percibidos por el olfato; el sabor ya sea éste suave,
dulce, ácido, afrutado, pronunciado o alto; el cuerpo, que según los
expertos corresponde a “la persistencia
que tiene la bebida en la boca y a la manera como se desplaza por la lengua
hacia la garganta”, y que se puede percibir en la lengua como una mayor o
menor concentración; la acidez, que no es otra cosa que “ésa chispa ligeramente picante que se
siente en la lengua y que hace que el bebedor se estremezca por un instante”;
y la
impresión global relacionada con los aromas percibidos por el sentido
del olfato. A juzgar por el juicio de los expertos, hay que concluir que un
café de primera calidad debe tener una combinación consistente de aroma, sabor,
cuerpo y acidez. Esta calidad el café la obtiene de la variedad de suelos,
alturas, métodos de tostado y de preparación.
- Tomar café es también sinónimo de ser colombiano,
¡siente tu país!
- Nunca cafés instantáneos, son un insulto a la
cultura y a la tradición cafetera.
- Nunca cafés recalentados, pierden el aroma y la
calidad del sabor, ya lo dice el proverbio popular: “Ni amigo reconciliado, ni café recalentado”.
- Siempre hechos al momento, mientras tanto,
ejercita la lengua y el cerebro con una buena conversación.
- Mejor entre amigos, haz que sea una celebración
de encuentro.
- Huélelo primero, saboréalo después, racionaliza
el dejo en la boca para encontrar las notas propias del café que acabas de
tomar.
- Que sea tu primer trago al empezar el día,
estimula tu cerebro y te pone en marcha.
- Al desayuno, si lo prefieres con un chorrito de
leche, yo lo prefiero oscuro.
- Pasada la primera hora después del desayuno para
mantenerte activo.
- A media mañana con algún tentempié.
- Después del almuerzo, siempre cae bien y actúa
como digestivo.
- A media tarde, con un buen postre.
- Y a quienes no les altera el sueño, después de la
cena siempre cae bien.
- Los letrados en el tema dicen que es mejor sin
azúcar, pues se pueden percibir mejor sus notas, yo estoy intentando
beberlo así, me cuesta, pero es cuestión de costumbre y por salud; aunque,
según Gustave Flaubert,
autor de la célebre novela Madam
Bovary, “El café
provoca el ingenio, si lo tomas con azúcar quedarás muy bien, da la
impresión de que has vivido en Oriente”.
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Provoca tanto ingenio el café, que en Salamina, Caldas, beber café es innovación: Macanas, huevos al vapor servidos en tazas para café y tirados. De derecha a izquierda: Saúl Nova, Flavio Carnevali, José Domingo Roncancio, Luis y Carlos Forero. |
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Cuatro cafés: Arriba-izquierda en Santo Domingo, República Dominicana; tienda Juan Valdez en Puerto Montt, Chile; abajo-izquierda, Colonia del Sacramento, Uruguay y Valparaiso, Chile |
- Atrévete a una nueva experiencia en Tostao
Café&Pan: http://tostaocafeypan.com/
el más reciente e innovador emprendimiento en torno al café.
- Visita los pueblos que constituyen “El Paisaje
Cultural Cafetero de Colombia”, denominación de la Unesco, 2011, te dejo
el link para que te dejes sorprender:
http://paisajeculturalcafetero.org.co/
- Prueba café Matiz y sus variedades Ámbar, Marfil,
Escarlata y Ébano, siente la diferencia entre uno y otro, aprende de cata
de cafés o el arte del análisis sensorial de las notas del café a través
de los sentidos.
- Visita "Frida, Café Converso" en Córdoba, Quindío
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De visita en Córdoba, Quindío: Arriba, de izquierda a derecha: Martha Lucía Mahecha, Deisy Peña, mi madrina de bautismo, Graciela Turriago, Flavio y Luis. Abajo de izquierda a derecha: Luis, mi prima Gloria y Deisy. |
- Y, ¿qué tal un café con licor? Siempre alegra el alma.
¡Bebe café!
Que bueno...Tómemonos un tinto..seamos amigoss..sii una delicia..y con frio más..
ResponderEliminarEl café sabe mejor entre amigos...salud!
EliminarMi querido Don Luis, siempre con narraciones ricas en conocimiento. ¡¡Abrazos!!
ResponderEliminarMaría Isabel, que bueno saberme leído por la agudeza de tus sentidos. Un abrazo.
EliminarFelicitaciones. En nuestro corazón de Colombia se da el más maravilloso café del mundo. Así es. Un abrazo. María Lady Hurtado.
ResponderEliminarAsí es mi querida María Lady, tenemos que sentirnos muy orgullos de esta tierra. Otro abrazo.
EliminarUna interpretación más completa... imposible. Gracias por compartir esos momentos de cafe, esperemos sea pronto otro cafecito juntos. Un abrazo! Jaime Velásquez.
ResponderEliminarQue bueno saberte del otro lado, Jaimito. Seguro que pronto nos tomaremos ése cafecito. Un abrazo.
EliminarEstoy de acuerdo, el café es lo mejor del mundo, es excelente, me encanta y no lo puedo dejar de tomar, bueno aunque me lo prohibieron; lo felicito primo por tan excelente descripción del café y sus aromas. Gloria Hurtado.
ResponderEliminarMi querida Glorita, gracias por leerme y ser medio-adicta también al café. Un abrazo.
Eliminar��������������������Muy bien. Se percibe el aroma de tu café.
ResponderEliminarRico, Diana, que bueno saber que el café sigo dando aroma a la vida.
EliminarPuea yo d cafe realmente se muy poco pero se lo mas importante... q no puedo vivir sin el. Pero del bueno, del quindiano hecho con agua de panela. Y coincido contigo en q loa instantaneos no son cafes, y jamas me tomo uno.ni tampoco recalentado. El mejor ea el d mi tia stellita, y cuando vivi 4 años en el eje cafetero la unica q me mimaba con su dwlicioao tinto era mi tia gloria hurtado turriago...que delicia acompañado de una arwpita del barrio de ella.
ResponderEliminarCaro, mil gracias por tu comentario, y sí que sabes de café, sabes lo más importante, que es antes que nada, una experiencia, ésa que describes con arepita de barrio. Un abrazo y gracias por ser tan fiel seguidora.
EliminarEstupendo todo lo que aqui comentas y nos dejas saber sobre una de mis bebidas favoritas. Desde Italia y en Padova ( en este momento de visita) brindamos contigo con un estupendo "espresso machiato". Salud!!!
ResponderEliminarOlga, ¡salud! Que el aroma de muchos buenos cafés nos siga impregnando la vida. Un abrazo!
EliminarMuchas gracias Luis Fernando por alegrar mi día con tu exquisita narración, me encanta todo lo que escribes y la forma en que lo haces, un abrazo, Dios te siga bendiciendo. Ernestina Cuero.
ResponderEliminarGracias Ernestina por tu seguimiento leal y sincero, lo hago con todo el cariño y naturalidad del mundo. Que la vida me siga dando la oportunidad de producir muchas palabras más. Un abrazo.
ResponderEliminarLuis Que refrescante el blog del café. Disfruté mucho cada sorbo de lectura de tu más reciente blog. Muy bien escrito y documentado. Felicitaciones amigo. Juan Guillermo Londoño.
ResponderEliminarJuangui, valoro cada una de tus palabras, me hacen mucho bien en el proceso de no ser un escritor fracasado. Un abrazo, amigo.
EliminarNo concibo un despertar sin café... así como una cita, un recibimiento sin acudir a esta maravillosa bebida que dispone las voluntades para dejar lo mejor de cada uno en el encuentro.
ResponderEliminarHe pasado por todo lo que dices luis fer y nada hará cambiar mi amor por el.
Luis Eduardo Madrigal
Amigo
Mi querido Luchito, qué bueno que te hayas sentido identificado con cada una de las palabras de este post. Sé de tu pasión por el café y, sobre todo por dedicarle tiempo a tus amigos para propiciar experiencias de encuentro. Un abrazo.
EliminarQue rica experiencia estar estar en las fincas cafeteras, su gente, sus costumbres; cuando podia tomar café, me encantaba en la tarde clarito sin azucar y con algo dulce, ya por recomendacion del medico no puedo ni tomar café ni dulce, pero bueno asi tambien sigo disfrutando del hermoso paisaje cafetero!.
ResponderEliminarDisfrute mucho leer lo que escribiste y mas porque vivi parte de esta travesia contigo!
Mi querida Deisy, verdad que fue toda una aventura hermosa! Un abrazo y gracias por una fiel lectora de mis posts.
EliminarMuchas gracias por hacerme participe de este post. Disfruto mucho sus escritos. Excelente reseña de nuestra cultura cafetera.
ResponderEliminarMi querida Ara, gracias por ser fiel lectora y seguidora. Con todo el cariño te hice partícipe de este post. Un abrazo.
EliminarCon el texto del café comprendo que usted no sólo tiene facilidad para escribir y deleitar a sus lectores, sino que se documenta muy bien alrededor del tema. Igualmente sus fotografías complementan maravillosamente. No se cómo hizo para conseguir citas sobre el café de personajes como Bach, Rubén Darío, Verdi, John van Druten, Flaubert y claro Balzac cuyos quebranto de-salud en sus últimos años se debieron a que bebia solo café... Muy completo y hasta aprendí nuevos términos. Gracias. Luz Stella Muñoz.
ResponderEliminarQué bien, me alegra que esté disfrutando, tómese otro tinto...puede ser también de vino...tinto. Hace algún tiempo leí un texto sobre café y literatura, el problema es que no logro recordar el título. Ese texto me inspiró para volver a buscar las citas en internet.
EliminarUn licor con café. Un rico carajillo. Querido Luis Fernando, alegras nuestra mesa con tus escritos. Gracias. Jajaja. Qué André quiere su misma emancipación����. Liliana Zamudio Amézquita
ResponderEliminarMi querida Liliana, qué bien se sienta saber que se hace algo de bien con lo que uno escribe. Salud...con una buena taza de café. Saludos a Juan Pablo.
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