Veni, vidi, vici, Madrid

Durante la ceremonia de graduación en la Real Academia de Ciencias, Madrid, España.

Perdonarán mis lectores el uso de este latinajo, “Vine, Vi y Vencí” (1), utilizado por el general romano Julio César en el 47 a. C., para dirigirse al senado romano tras haber alcanzado la victoria en la batalla de Zela contra el rey Farnaces II del Ponto. En mi caso no expresa la victoria sobre batalla alguna, ni más faltaba; sólo expresa el resultado exitoso de mi maestría, tras haber superado penurias económicas y los miles de sacrificios que comporta un proceso académico que he considerado el más arduo de mi vida.

No era mi primera vez en la madre patria, eso sí, era la primera vez en condiciones menos apremiantes que las vividas cuando de paso por Madrid, la nada amable guardia española me hizo perder, a todo propósito, mi vuelo hacia Tel Aviv y, como si fuera poco, me hizo pasar una de las más largas y tediosas noches en mi entera vida. Pero bueno, afortunadamente “no nos bañamos dos veces en las aguas de un mismo río” (2). Esta vez mis pasos me llevarían a Madrid en calidad de maestrante, justo para vivir una aventura académica y turística como ninguna. Valga decir, para bien de la recuperación de mi imagen de las Españas.

Departiendo con Mauro Restrepo y uno de sus amigos españoles. San Sebastián de los Reyes, España.

En el año 2015 decidí mejorar mis competencias cerebrales y aplicarle un poco de colágeno a mis neuronas, así que me inscribí en la maestría “Liderazgo y Desarrollo Local Sostenible”, con doble titulación en España y Estados Unidos, en el Isead Bussines School, ahora Euroead (3). Como parte del proceso pedagógico debía estar una semana en Madrid, en clases presenciales, actividades de campo y culturales. En esta ocasión contaría con la fortuna de ser recibido por la familia de Mauro Alexander Restrepo, sobrino de mi querido y siempre recordado amigo, el padre Álvaro Restrepo (q.e.p.d.), quien vive en San Sebastián de los Reyes (4) a las afueras de Madrid. Así que, “desocupado lector –y perdonen que los llame desocupados-: sin juramento me podrás creer que quisiera que este libro (en mi caso, este post), como hijo del entendimiento fuera hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse” (5). Por lo menos trataré de hacer mi mejor esfuerzo, eso sí se los prometo.

Noche de Tapas y Cañas

Y aquel jamón serrano por el que añadiría mil kilos de más a mi humanidad.

El gentil Mauro, no más recogerme en el aeropuerto y dejada la maleta en casa, me condujo, no sin mi beneplácito, a un bar cercano para que tuviera una de esas experiencias españolísimas por excelencia, una noche de tapas y cañas, -que empezó con una ensaladilla rusa, para seguir con una fritura de pescado, luego con una porción de tortilla de tigreros, unos calamares, pulpo a la brasas y jamón serrano, amenizados por una primera “horchata”-, (aquella bebida local que te anima el cuerpo y el espíritu), sólo porque el frío congelaba; y un par de cubitas libres también, que me siguieron calentando el espíritu. 

¡Qué gusto de los españoles por la conversación! ¡Qué gusto del hombre latino por la labia! Realmente se comparte la vida y entre trago y trago, entre bocado y bocado, las horas pasan y el espíritu se dilata en ideas y generosidad, tanto así, que no sentí el cansancio típico de esas horas de diferencia que hacen que mientras en Colombia estemos almorzado, en España estén cenando, unas 6 horas de diferencia que te perturban un poco el sueño, el llamado jet lag (6). Afortunadamente al día siguiente era domingo y no había qué madrugar, así que me dediqué a ajustar mi ritmo circadiano.

Al fondo las Torres Picasso y Euro Madrid.

Al interior del metro con mi infitrión.

En la noche del domingo, una vez superada la resaca propia de los excesos de la anterior velada, y otra vez gracias a la ilimitada humanidad de Mauro, recorrimos en metro el trayecto que en más o menos una hora, me ocuparía todos los días desde San Sebastián de los Reyes hasta el centro de negocios Unicentro, ubicado en el Paseo de La Habana. De paso nos topamos con el estadio Bernabeu, el Paseo de la Castellana y las Torres Picasso y Europa Madrid, como abrebocas a la maravillosa experiencia que me esperaba.

En el paseo de La Castellana.

Semana Académica, de experiencias pedagógicas y culturales

Tengo que decir que la pedagogía me ha definido, soy maestro, -ya a los 14 años de edad me estrenaba como tal, muerto de susto ante pares de mi misma edad, y no sin temor de ser acribillado a punta de preguntas-. Durante esta semana en Madrid, recibiría una de las experiencias pedagógicas más ricas de la que haya sido testigo. La creatividad e ingenio de los maestros del Euroead, me dejaron eclipsado.

Algunos de los rostros de quienes acompañaron mi aventura.

Me dispuse a salir cada día a eso de las 7:00 a.m. para dejarme luego engullir por el metro; y una vez oscilando entre los 5° y 12° de temperatura que se sentían a calle abierta, regurgitarme en uno de esos maravillosos cafés que se encontraba a los alrededores de mi lugar de encuentro, para tomarme un español desayuno, compuesto de tortilla española, pan, café y más café, que me dejaba listo en energía y cafeína y con los huesos calientes, -las largas y extenuantes jornadas académicas que terminaban pasadas las 6:30 p.m. y hasta más, lo demandaban-.

El lunes, dos objetivos captaron nuestra atención, -y digo nuestra, porque candidatos a maestría también procedían de Venezuela, Costa Rica, Perú, México, Argentina, Honduras y hasta de Hong Kong, entre otras latitudes. El primero, un taller sobre Pymes y sus procesos de internacionalización dirigido por el profesor Ignacio Maroto; y el segundo, la presentación de nuestros proyectos de grado ante el gran jurado. Este último era el que más movilizaba mi adrenalina durante las horas, al igual que la de mis compañeros Ninoshtka Pacheco, de Perú y José Ángel Antonio Rodríguez de México, con quienes había elaborado el proyecto, “Generación N”, que buscaba hacer frente a las razones que la Generación NiNi de Lorica, Córdoba, Colombia (jóvenes entre los 14 y 28 años, que Ni estudian Ni trabajan), tiene para engrosar no sólo las cifras de la delincuencia y del desempleo, sino toda suerte de males, y en todos los países del mundo.

Parque Agrario de Soto del Grillo, Rivas Vacía-Madrid.

Sin duda, haber presentado el proyecto y haber obtenido una excelente calificación, nos haría vivir un resto de semana más dispuestos y relajados. ¡Qué alivio! Gracias a los profesores Marisol Carvajal, Alonso Gil y José María Larrú por todo el acompañamiento y guía brindados.

El martes 15 de noviembre nos dispusimos a realizar una salida pedagógica al Parque Agrario de Soto del Grillo en Rivas Vacía-Madrid (7), en donde conoceríamos varias alternativas comunitarias de agricultura orgánica; después visitamos la Bodega Ecológica Andrés Merate, -por qué será que el vino me persigue-, que produce vinos orgánicos de alta calidad. Pero tengo que decir que la experiencia de emprendimiento que más llamara mi atención sería la visita a la Fábrica de Conservas Cachopo, una empresa familiar con unos alcances de mercado extraordinarios, a punta de conservas de los mundialmente famosos “cocido madrileño y callos a la madrileña”, entre otras ricas recetas españolas.

En el Restaurante El Lagar de Nemesio, con mi amiga, Ninoshtka Pacheco.

El almuerzo en Perales de Tajuña (8), en el restaurante El Lagar de Nemesio (9), nos llenó de energía y alegría, -esta última nos la aportó el jolgorio y el buen vino, que de nuevo dejé colar con un par de copas por mi animada garganta-, para continuar con la jornada, ahora visitando el proyecto Agrolab en la misma población y una breve reunión con la alcaldesa de ese municipio. Y otra vez el Quijote, sus bienandanzas y sus fantasías. Entendí, divisando ruinas de casonas y castillos, molinos de viento y acequias, las ocurrencias del Hidalgo, para quien estos devenían en gigantes y guerreros, ¡mi hazaña también se me antojaba de gigante!

El miércoles nos dedicaríamos al estudio de casos sobre el conflicto, su manejo y resolución, tema que captó toda mi atención,  no sólo por el tema en sí, tan inherente a la naturaleza humana, sino por el magistral manejo del exponente, profesor Manuel Candela.

Aquel día cerraría con la introducción a un caso competencia por grupos, -los Aqueos, los Tirios, los Troyanos, los Dorios, los Jonios, los Eolios, los Arcadios, etc., como se llamaban las diferentes tribus griegas, fueron los nombres asignados-. El objetivo a desarrollar el siguiente día, y nada fácil, consistiría en hacer un estudio de caso de marketing en el antiguo mundo griego. ¡Qué ejercicio más creativo y demandante! ¡Qué derroche de pedagogía! Imagínense ustedes un tema que les devane los sesos por la seriedad de los planteamientos e inventiva de la metodología a aplicar. Piensen ustedes en lo que significaría aplicar los principios del comercio internacional postmoderno a empresas del mundo griego, entre el Mediterráneo y el mar Egeo y con productos como caballos, mármol, barcos, armas de guerra, madera, papiros, especias, lino, resinas, aceite de oliva, y vino, más vino, por supuesto; con el agravante de mercenarios asechando, posibles naufragios y pérdida total de la mercancía.

El jueves nos esperaría durante toda la jornada el desarrollo de esta competencia, que más allá de la pobre nota que obtuvo mi grupo de los Aqueos por la pérdida total de las mercancías, fue el ejercicio que más me gustó. Y la perdí con honor, -mentiras, qué duro es perder. Perdimos nuestro vino -otra vez el vino-, nuestros caballos y flota de guerra frente a los Eolios y Arcadios, ¡que rabia!-. Y estuvo dirigida por los excelentes profesores Alonso Gil y José Luis Matarranz.

De turismo por Madrid

Con el Estadio Santiago Bernabeu como fondo.

España y Madrid me saben a Teresa Cepeda y también a Juan de Yepes, oriundos los dos de Ávila, y quienes se convirtieron por concepto unánime en los máximos exponentes de la literatura mística española, a la que accedí siendo yo muy joven y que no puedo olvidar ¡Qué tal entonces ése, “vivo sin vivir en mí y tan alta vida espero que muero porque no muero”, de Teresa de Ávila! (10), en el que expresa su arrobamiento por parte de Dios al que profesa todo su amor y encanto como la esposa a su esposo. Qué tal, “en una noche oscura; con ansias, en amores inflamada; ¡oh dichosa ventura! Salí sin ser notada, estando ya mi casa sosegada; en secreto, que nadie me veía ni yo miraba cosa, sin otra luz y guía sino en la que en el corazón ardía” (11), que canta las aventuras del alma de Juan de la Cruz, cuando la duda por Dios fue acompañada. ¡Qué sonoridad y cadencia, carajo!

A la entrada de la que fuera la casa de vivienda de Don Miguel de Cervantes Saavedra.

España me sabe a Federico García Lorca, ése gran poeta, dramaturgo y prosista de la Generación del 27 y sus maravillosos “Romancero Gitano”, “Yerma”, “La casa de Bernarda Alba” y su decidido rigor poético. Madrid me sabe a uno de los escritores más ardientemente creativos y disparatados en toda la historia de la humanidad, a Don Miguel de Cervantes Saavedra y su Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha”, quien precisamente viviera en ésa ciudad, entre la calle del León y la calle Francos, en el barrio de Las Letras o de las Musas y que, según recientes hallazgos, fuera sepultado en el convento de las monjas Trinitarias, en donde tras exhumación de restos óseos en febrero de 2015, por parte de 36 expertos contratados por la Real Academia y otras organizaciones, se encontrara que algunos de ellos coinciden con hechos históricos y con datos de la muerte y posterior sepelio del Manco de Lepanto. Dichos restos tienen aún una investigación y pruebas de ADN que recorrer, pero tengo que decir, que para mí fue revelador haber visitado este barrio, el mencionado convento y escuchar la historia de uno de los escritores que considero más creativo y autor de la segunda obra más leída y traducida en toda la historia de la humanidad tras la biblia.

De salida por la Madrid de los escritores.

España también me sabe a Lope de Vega, ya por su prolífica obra y vida, en amores y textos, por su búsqueda de lo humano y lo divino sin puntos medios, por sus múltiples equivocaciones, -en lo que me parezco tanto a él-, y porque también sus huesos recorrieron Madrid. Me sabe a Pedro Calderón de la Barca y su épica obra, “La vida es sueño”, no sólo por mis proclives y profundos sentimientos hacia el teatro, sino porque con este título, considero yo, él define el carácter de la vida, a veces sueño destinado, sombra, ficción; y otras, sueño creado o espejismo. En todo caso, sueño que puede moldearse en nuestras manos. El sueño hala la existencia, la define, por eso vida sin sueño es hueca, vana ilusión, existir desperdiciado, ¡así que a mirar en dónde ponemos nuestros sueños y a seguir soñando hasta que San Juan agache el dedo!

El viernes viviríamos para graduarnos, había venido a Madrid, había más que visto y vencía en franca lid. La ceremonia de graduación por todo lo alto, en las instalaciones de la Real Academia de Ciencias, en la que tuve el placer de estar acompañado, un par de horas y por última vez en vida, del padre Álvaro Restrepo, -ésa sería la última vez que lo vería, pues moriría en marzo del año siguiente-. Qué magnífica clausura amenizada por el coro gregoriano de la Universidad Complutense de Madrid, quien con un Te Deum, y dirigida por el consejo superior de las universidades aliadas, elevarían los espíritus. 

Ni mis ojos ni mis sentimientos me daban crédito, no podía creer que había vencido, que había alcanzado con éxito aquel objetivo que tanto trabajo y tantos sacrificios me había costado y que me refrescaba el cerebro para relanzar este mi espíritu indómito a etapas inciertas, llenas de aventuras, frustraciones y alegrías, pero sobre todo a nuevas búsquedas. Entonces, me asaltó de nuevo El Quijote para decirme: “Procurad también que, leyendo vuestra historia, el melancólico se mueva a risa, el risueño la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de la invención, el grave no la desprecie, ni el prudente deje de alabarla” (12). Vine, vi y vencí, Madrid.

Aquí el caballero de la esbelta figura que aguarda entre mis libros.

Encuentro con mis amigos, Markos Martínez y Hernando Ovalle (atrás).

Y como si fuera poco, la vida me puso en frente a Franco de Vita.

Notas:

(1)   Veni, vidi, vici. https://es.wikipedia.org/wiki/Veni,_vidi,_vici

(2)   Heráclito de Éfeso. Este filósofo solía firmar que el fundamento de todo está en el cambio incesante. Todo deviene y se transforma en un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada escapa. ¡Nada más cierto!

(3)   Euroead. http://euroead.es/

(4)   San Sebastián de los Reyes. http://www.ssreyes.org/es/portal.do

(5)   De Cervantes, Miguel. Don Quijote de la Mancha (I). P. 13. Ediciones Folio, S.A., 1969.

(6)   Jet lag. https://es.wikipedia.org/wiki/Jet_lag

(7)   Parque Agrario de Soto del Grillo en Rivas Vacía-Madrid. http://www.rivasciudad.es/portal/sotodelgrillo/site_contenedor_ficha.jsp?codResi=1&codMenu=749

(8)   Perales de Tajuña. https://es.wikipedia.org/wiki/Perales_de_Taju%C3%B1a

(9)   Restaurante el Lagar de Nemesio. https://lagardenemesio.es/

(10)Teresa de Ávila. Poema: “Vivo sin vivir en mi”. http://www.los-poetas.com/g/tere1.htm

(11)San Juan de la Cruz. Canciones del alma. https://www.poemas-del-alma.com/san-juan-de-la-cruz-canciones-del-alma.htm

(12)De Cervantes, Miguel. Don Quijote de la Mancha (I). P. 18. Ediciones Folio, S.A., 1969.