New York, o el principio del fin
New
York, o el principio del fin
Este post no
se trata del fin del mundo, de la hecatombe a la manera de las películas que
precisamente han tenido de trasfondo a New
York como: Armaggedon, Apocalypse
now, Independency day y una larga lista, en las que se ve la ciudad
destruida o la emblemática estatua de la libertad con el agua al cuello. Tampoco se trata de las nefastas consecuencias a causa del Covid19. No.
Pero antes de decirles de qué sí se trata, permítanme decirles que me había obsesionado como un niño, literalmente, -es que
también soy obsesivo, con la imagen de King
Kong trepando el Empire State Building.
No sé por qué, pero aquella imagen me rondaba en la cabeza, ya desde el momento
de hacer mi maleta, o ya en aquel hotel del gris Manhattan de octubre. Este post sí trata, entonces, del viaje que
realizara a esta ciudad en 2015, a la cual iba por cosas de trabajo. Aunque
para mí era más que eso; era el momento de hablar directo y con claridad, mirando
a la cara de mi interlocutora. New York sería
como una despedida inconsciente de una causa que había cultivado hasta arrancarme
las uñas y de la que no me sentía correspondido. Seguramente ese manto cubrirá
con su sombra estas líneas.
También la
imagen de “Chicago”, el musical
famoso por develar la corrupción del sistema judicial y el concepto de
criminales estrella, se mezclaba con la imagen del simio monstruo. Entonces el New York de mi mente se debatía entre
una imagen fantástica y otra cruel. Y es que ese concepto se había puesto
también de moda en Colombia hacía un par de décadas atrás: véanse a modo de
ejemplo las narco-novelas, las imágenes de Pablo
Escobar abarrotando nuestras calles y calando en el imaginario; o, últimamente
las noticias sobre la muerte de alias “Popeye”,
brazo derecho de aquel, convertido en héroe. Sí, ya New
York había vivido aquello, ya había enaltecido a criminales como 'Al Capone', 'capo di tutti capi' (jefe
de todos los jefes), y quizás uno de los capos más famosos en la historia; y a Don Carlo Gambino, quien ostentara el
mismo título de entre las 5 familias de criminales de “la gran manzana” (Bonanno,
Colombo, Gambino, Genovese y Lucchese).
La película 'El Padrino', se había encargado
de inmortalizarlos e incorporarlos en la memoria colectiva.
Recordar los pasos de Hemingway por aquellas calles, dejar que por mi mente se pasearan los escasos títulos que conozco de autores relacionados con la ciudad que nunca duerme (bueno eso hasta que llegara el Conavid19, que pobló sus calles de fantasmas): Truman Capote, Andy Warhol, John Lennon, Salman Rushdie, Francis Fitzgerald, Walt Whitman o Henry James, entre otros y ver tatuados en el rostro de tantas neoyorquinas a Deisy Miller, me animaron a mirar más allá y decidido me aventuré. También la visita que había planeado a dos museos me hacía mucha ilusión.
Más
allá del crimen
Invitado por
mi amigo Michael Miller, primero a
cenar y después a ver el musical “Chicago”,
me deleité con este espectáculo que lleva más de nueve mil funciones a
cuestas, y que ya había visto en cine encarnado en la bella Katherine Zeta Jones; la ahora desfigurada
de tanto botox y cirugía, Renée Zellweger y el
legendario Richard Gere. No pude más
que disfrutar, me metí en la escena alado por esa pasión que me posee
cada vez que dejo que el arte de las tablas crepite en mí.
Aquella noche
terminé por la Quinta
Avenida, sin olvidar que New York debía ser más que esa emblemática avenida. Y enseguida Truman Capote y su obra "Plegarias atendidas" se encargaron de recordarme que era verdad, que la gran
manzana era sólo una ficción. Pronto lo comprobaría en mi propia carne. Y él
me lo anunciaba; precisamente él, a quien sus amigos lo atacaron al cantarles,
a través de sus obras, la verdad de la sociedad
neoyorquina que puede ser superficial y vacua, y por ello le volvieron la
espalda. También Tom Wolfe y “La hoguera de las vanidades” ("The Bonfire of the Vanities"),
me recordaron que había vida más allá, que New York también era el Bronx, Brooklyn, Queens y Staten
Island, aquellas colchas de retazos de inmigrantes de todo el mundo; que han creado colonias como la
Little Italy y su olor característico
a tiramisú; la Little India y su curry; o la Little Colombia y sus cumbias callejeras, por nombrar
solo algunas de las tantas que se han establecido en esa tierra;
superando el universo de los adinerados ejecutivos de finanzas de Wall Street y sus interacciones con el
resto de la sociedad que satiriza el mismo Wolfe.
Entonces decidí no dejarme obnubilar por tanta luz.
Arrobado
por el MET (Metropolitan)
Si hay algo
que valoro es la conservación de la cultura y las artes a través de los museos,
y siempre la visita a ellos está dentro de mis planes preferidos cuando viajo.
Esta vez quería dejar que las entrañas del Museo
Metropolitano de Arte de New York, el famoso MET me atraparan; así que sin pensarlo, consumí la
energía de un día en sus diversas salas de exhibición: sus 19 departamentos y
sus más de dos millones de obras de arte, pero me quedé con ganas de más. Es
que es imposible abarcar tanto en un solo día. No podía creer tanta riqueza e
ingenio humanos de todas partes del mundo y tan bien conservados. Me deleité
con el monumental arte egipcio; con la expresividad de las manifestaciones
africanas; con el intimismo del arte asiático, su caligrafía y su pintura;
con las expresiones insulares y míticas de Oceanía; y con el rigor y
el detalle de las obras del Oriente Medio, del bizantino e islámico.
Y en tanto caminar, mis pasos fueron detenidos por “El Pensador”, aquella enigmática escultura del gran maestro
francés, Rodin, (que se me antoja más
bien como ‘sufridor’), instalada en uno de las salas, me hizo detenerme por un
momento y pensar, por qué estaba allí; y digo allí, en New York, en aquellos días y en aquellas circunstancias, y una luz
tenue que se coló por entre las ventanas se posó en medio rostro de El Pensador, pero también en mi rostro.
Seguí mi
camino, me hallé luego en una sala de pintura Europea. Majestuosos Rembrant, Velásquez, Monet, Cezanne y Van
Gogh, se impusieron ante mi mirada; luego otra sala más, esta vez la de
arte greco-romano y sus más de 50 mil piezas, además de las casi humanas y
perfectas esculturas en mármol. Después una pausa para almorzar y tomar un
descanso. El resto de la tarde la pasé navegando el incomprensible para mí,
mundo islámico y la belleza exuberante de la caligrafía árabe. Al momento recordé con devoción al perseguido Salman Rushdie y sus "Versos Satánicos" (The Satanic Verses).
Un
tour con Danielle
Días previos
me había contactado mi amiga, Danielle
Hungerbuller para acordar un día en donde me regalaría un paseo inolvidable
por otros sitios emblemáticos de la ciudad. Temprano pasó por
mí al hotel y después de otro café, tomamos el subway, que por su configuración
debería llamarse más bien airway; pues la mayor parte de sus recorridos los
hace sobre la superficie. Aquel metro de 120 años, 24 líneas y con más
estaciones del mundo, que funciona las 24 horas del día y todos los días del
año. Destartalado de tanto ir y venir, atiborrado de graffitis y adornado en sus
estaciones con más y más arte en sus infinitas manifestaciones, con pinturas,
con sonidos armoniosos y voces encantadoras que me hablaron de una lucha por
hacerse oír o por sobrevivir que se libra también en una ciudad donde campea el
capital y el consumo. El fantasma de Patrick
Swayze, tomando prestado el cuerpo de la singular Whoopi Goldberg, para poder tocar a la bella Demi Moore y comunicarse con ella, me revivieron las escenas de la película “Ghost” (la sombra
del amor), en los personajes que encarnan y filmadas en algunas estaciones
de aquel subterráneo.
Llegados
al mundialmente renombrado Central Park, recorrimos
sus jardines, sus lagos artificiales
atravesados por bucólicos puentes y sus praderas, mientras las aves migratorias
estacionadas por esos días, nos alentaban con sus graznidos. Las hojas caídas me
recordaron a Walt Whitman,
que me pareció merodear por los alrededores mientras escribía su obra poética “Hojas de hierba” (Leaves of Grass).
Al fin y al cabo estamos de viaje y de paso por esta vida, me dije. También descendimos
por sus escalinatas y deshicimos nuestras miradas hacia las mil torres de
edificios que lo circundan y que lo hacen uno de los sectores más costosos y apetecidos
por los ricos del mundo para vivir. Iluso yo, que hacía poco había leído que Mario Vargas Llosa planeaba comprar un
apartamento en esa zona, esperaba topármelo del brazo de su Isabel Preysler o yendo de camino a
impartir clases de Literatura Hispanoamericana a la Universidad de Princeton.
En
fin, nuestra conversación mientras caminábamos, giró en
torno a los personajes y películas que habían usado como escenario el Central Park, en sus más de 140 años de
existencia (inaugurado en 1873), pues acabábamos de apreciar en el piso una
figura en forma de rosetón, aquel mosaico de azulejos en el que se lee el título
de la canción, “Imagine”, de Sir Jhon Lenon (el título de Sir, otorgado
por la reina inglesa lo rechazaría el ex-beatle). Él había sido asesinado el
8 de diciembre de 1980 y su mujer, Yoko
Ono había esparcido sus cenizas en el lugar que ahora pisábamos. Reflexión basados en su letra, y nos pusimos pesados,
obtusos, jejeje: “Imagina que no hay
posesiones. Me pregunto si puedes. No hay necesidad de codicia ni hambre. Una hermandad humana. Imagina a toda la gente compartiendo todo el mundo”.
Volvimos a
nuestra conversación dejada atrás, fueron apareciendo August Rush (el
triunfo de un sueño), aquella
historia de un joven prodigio musical, abandonado por su abuelo al nacer, y
sobre la búsqueda que emprende por encontrar a sus padres. Luego vino a
nuestras mentes, Sex and the city (sexo en la ciudad), que cuenta las
aventuras amorosas de cuatro amigas neoyorquinas en sus treinta y largos años y
en donde se hace un remarcado énfasis en el mundo de la moda y retrato de la
banal ciudad. Paso seguido, nos vimos ante la icónica, “Breakfast at Tifany’s”
(desayuno con diamantes), basada en la novela del mismo título de
Truman Capote y magistralmente actuada por Audrey Hepburn, en donde
ésta interpreta a una extravagante acompañante y aspirante a actriz que
desayuna todos los días frente a la joyería Tiffany&Co,
tratando de encontrar a un hombre rico que le ayude a cumplir sus sueños. A
esta altura hablamos de la cruda realidad de jóvenes estadounidenses y del
mundo, que en busca de labrarse un futuro en la escena, viajan a New York o a Los Ángeles y hacen lo que sea para alcanzar sus sueños y que ya esta película
había calcado desde la década de los 60’s. Y hasta ahí llegaba nuestra lista de
películas, bastante limitada por cierto. Con ello quedaba claro que como
críticos de cine no tendríamos futuro, y una carcajada nos salió espontánea.
Un dato que me llamó la atención en extremo fue el que tiene que ver
con los índices de criminalidad en Central Park, que me parecía un oasis
de paz. Robos, atracos, violaciones y muertes hacían parte de una lista reciente,
que para el año 2019 registraba un incremento del 31%. Y entonces nuestras miradas se
dirigieron alrededor como supervisando que no estuviéramos siendo perseguidos
por un extraño. Jejeje.
Después de almorzar y recargar energía, nuestros
pasos nos llevaron al MOMA (Museo de Arte Moderno), que se presentaba
tentador en su siglo de existencia, sus seis pisos y más de 100 mil obras de
arte, entre las que pude ver las más famosas de Dalí, Picaso, Miró, Monet,
Matisse, Klimt y Kandinsky, por mencionar algunas. Empezamos el recorrido
de arriba abajo, tal como lo aconsejan los expertos. El sexto piso lo pasamos de largo. En el quinto, apreciamos pinturas y
esculturas desde 1880 a 1940. Allí aluciné con Frida Khalo, además de Cézanne,
Matisse, Mondrian, Monet, Picasso y Van Gogh. Y luego un café con un
tentempié para superar tal alucinación. En el cuarto, vimos igualmente pinturas
y esculturas que datan del período 1940 a 1980. Recuerdo a Jackson Pollock y
Andy Warhol, tal vez por ser los de más renombre. Seguimos al tercero que no captó mucho mi atención. En el segundo nos esperaban varias galerías
contemporáneas con grabados y libros ilustrados, entre otras cosas, que también
recorrimos a vuelo de pájaro. Es que habíamos derrochado mucha energía en los
pisos quinto y cuarto y, a lo mejor estábamos ya cansados. En el primero nos detuvimos en las tiendas para comprar un par de chucherías y de paso,
recordar a la gente amada y para no llegar con las manos vacías. De esta manera
un nuevo día terminaba con el alma llena, aunque en algún recodo habitaba cierta
angustia existencial, a la manera de “El grito”, aquella
pintura del pintor noruego expresionista, Munch, que hacía poco acababa de
apreciar y de la que no podía desprenderme. Sabía que estaba
allí, no le prestaba la suficiente atención, pero mellaba las entrañas y el
espíritu.
Había leído que New York tiene cerca de 100
museos desperdigados por toda la ciudad, lo que me pareció una adorable locura
a la que hubiera tenido que anexarle un año de estancia con todo pago para
poder disfrutarlos.
Velada con la crema y nata
Ya afirmé arriba que mi viaje a New York se
debía a cosas de trabajo, pero también dije que era más que eso; pues bien, había
sido invitado a la ceremonia de condecoración de mi ex-socia, Maureen Orth,
por parte del expresidente Colombiano, Juan Manuel Santos en la
residencia de la embajada de Colombia en aquella ciudad. A lo mejor por aquello
por lo que declarara el mismo Warhol
por
allá en el 68 y que denominó como el gusanito de la fama: “En el futuro todo el mundo será famoso durante 15 minutos”.
Se permiten risas. Allí tendría la oportunidad de codearme con la
cream de la cream de la vida política y diplomática colombiana y
allegados a la periodista y escritora Orth. Después del acto de
ceremonia, la cena obligada en un restaurante a los alrededores, para terminar a
la madrugada con unas copas en uno de
los tantos rooftop bar (terraza
bar) cercanos.
Vale
la pena hacer mención a las dos novelas de la Sra. Orth, que encajan como anillo al dedo: “Favores vulgares” (Vulgar favors), en la que narra el
asesinato del modisto italiano, Gianni Versace, a manos de Andrew
Cunanan, y que usa como trasfondo el mundo de drogas y hedonismo en Estados
Unidos. La familia Versace no le perdona a la escritora Orth
haber sacado a la luz pública que el famoso diseñador padecía HIV al momento de
su muerte. Por su parte su segunda obra, “La importancia de ser famoso” (The
importance of being famous), describe el detrás de escena de la industria de las celebridades, entregando al público un retrato fehaciente que se mueve
entre la fama y la infamia del mundo de muchas de las celebridades. El caso de Michael Jackson es emblemático. También el más reciente escándalo por parte del productor de cine Harvey Weintein, ilustra sobre el tema.
De
paseo con Diego Cuellar
Tener amigos
es más importante que tener dinero. ¡Eso dicen! Y lo creo. Diego Cuellar había trabajado conmigo en Medellín y vivía por
entonces en New York. Él me dedicaría
un par de tardes para pasearme por la ciudad. El primer día antes de encontrarme
con él había ascendido los 443 metros del Empire
State Building, terminado en 1931, llevado, como ya dije, por mi obsesión por King Kong, que pretendí encontrar como
un niño en sus pisos 86 y 102 donde están instalados sus dos observatorios. Sencillamente alucinante.
Ya en compañía de Diego, recorrimos el Rockefeller center y sus emblemáticos edificios. Nos perdimos por entre El Concourse, aquel entramado de túneles repletos de cafeterías, restaurantes y tiendas que conectan con el metro y varios edificios de oficinas, desde donde los trabajadores puedan acceder a ellos sin salir a la calle. Luego nos encontramos El Radio City Music Hall que data de 1932, la característica estatua del griego Atlas y, ya cansados de tanto caminar, sólo vimos desde afuera la catedral de Saint Patrick. Para terminar nuestra jornada nos reunimos con Danielle y otra amiga, Holly Malerba para cenar y luego tomarnos unas cervezas en un bar típico.
Como un amerizaje en el Hudson
Ya en compañía de Diego, recorrimos el Rockefeller center y sus emblemáticos edificios. Nos perdimos por entre El Concourse, aquel entramado de túneles repletos de cafeterías, restaurantes y tiendas que conectan con el metro y varios edificios de oficinas, desde donde los trabajadores puedan acceder a ellos sin salir a la calle. Luego nos encontramos El Radio City Music Hall que data de 1932, la característica estatua del griego Atlas y, ya cansados de tanto caminar, sólo vimos desde afuera la catedral de Saint Patrick. Para terminar nuestra jornada nos reunimos con Danielle y otra amiga, Holly Malerba para cenar y luego tomarnos unas cervezas en un bar típico.
Como un amerizaje en el Hudson
En 2009, el 15 de enero, un avión de la aerolínea US
Airway amerizaba sobre el caudal del neoyorkino río Hudson, tras haber
sido impactado por una bandada de pájaros a sólo tres minutos del
despegue. Y mi aterrizaje en la vida real no podía ser menos dramático
que aquel. Yo había aceptado aquella causa estando en el extranjero, en la isla
caribeña de Trinidad y Tobago, en donde me encontraba estudiando por
allá en el año 2004; y la daba por terminado también en el extranjero, en New
York. ¿Una paradoja? ¿Una ironía? Tal vez nunca había sido mía, aunque la sentía como propia, estaba
lejos de mí y de mi propia tierra, digo, de la del corazón. Y como el piloto de
aquel Airbus A320, decidía maniobrar con destreza y tomar las riendas de
mi futuro. En medio de las luces neoyorquinas se cerraba el telón de la obra
que había interpretado durante aquellos once años. New York era
entonces el principio del fin que empezaría ése 31 de diciembre de 2015 y del que me costó recuperarme.
Genial tu periplo cultural por la capital del mundo. Un abrazo. Carlos Alberto Cardona.
ResponderEliminarGracias Carlos por tu apreciación. Otro abrazo de vuelta y otro para María Luisa. Espero se estén cuidando.
EliminarExtraordinario todo lo narrado. Que cultura y saber. Siga ilustrándonos. Gracias. Iván Hurtado.
ResponderEliminarEstimado primo, mil gracias por tomarte el tiempo de leer y comentar este post. Espero se estén cuidando mucho. Un abrazo.
EliminarAmigo bello, acabo de dar un exuberante paseo por New York, fascinante la descripción desde el recorrido literario, tanto autores, como artistas de todo género. un New York descrito con una experiencia muy particular y contrastada desde tu mirada de la cual contagias y alucina.
ResponderEliminarEl final me dejó con deseos de más, de saber sobre esa despedida, de tu partida...
Es un escrito arrollador, felicitaciones! Myriam Zuleta.
Querida amiga, qué generosidad la de tus palabras, gracias por leer este post con tu alma y regalarme tus impresiones. Un abrazo grande.
EliminarUn texto delicioso como todos los suyos y que complementa, además de esa-experiencia de visitar New York, sus lugares emblemáticos, con las-artes. Primero con la literatura, luego con la-escultura y pintura al visitar los dos museos más importantes, con su ojo analítico y ávido de conocimientos.
ResponderEliminarPero como el objetivo principal de su presencia allá era-estar presente en el homenaje a la escritora norteamericana, a quien usted le colaboró en la-Fundación creada y fortalecida por usted durante once años. Usted disfrutó ese viaje y confirma en su texto su gran conocimiento literario.
Dios lo bendiga por su nobleza. Luz Stella Muñoz.
Gracias Luz Stella por su lectura y por tomarte el tiempo de comentar. Es un honor para mí saberme leído por ti y tu espíritu crítico. Mil y mil gracias. Un abrazo grande.
EliminarMuy relato, don Luis. Exploración grata en la gran manzana...museos, cines, etc. Saludos cordiales. Johan Quintero.
ResponderEliminarGracias Johan por tu lectura y tu comentario. Otro saludo de vuelta.
EliminarLa idealización y otros demonios. Gracias por el post. Katia Suárez
ResponderEliminarGracia a ti, Katia por tu lectura y tu tiempo. Un saludo.
EliminarBastante interesante el paso por New York. Gladys Pulgarín.
ResponderEliminarSí, Gladys, un viaje muy interesante en su conjunto. Saludos.
EliminarExcellent like always my friend. Many blessings for you. Alemir Rodriguez
ResponderEliminarThank you, Alemir, blessings for you and your family in return.
EliminarLo leí, está muy chevere vale. Jhon Parra.
ResponderEliminarGracias Jhon por tu lectura y tu tiempo. Saludos.
EliminarExcelente escrito Luis. Gracias por tu mención y en realidad esa fue una experiencia muy agradable el encontrarnos por acá. Espero que estés muy bien de Salud y juicioso con tus allegados en esta necesaria cuarentena. Por acá las cosas están muy duras. Te cuidas mucho. Saludos. Diego Cuellar Nueva York.
ResponderEliminarGracias a ti, Diego, por haberme recibido y acompañado en esos paseos tan ricos que nos dimos. Espero volver a verte por aquí o por allá. Un abrazo de vuelta.
EliminarHola Luisfe..me gustó mucho tu post...te felicito..Quedé gratamente sorprendida como describes tus vivencias por la gran manzana. ������ Carolina Carnevali.
ResponderEliminarSaludos desde Colombia, Caro. Qué bueno saber de ti por este medio. Sigamos en contacto. Gracias por tu tiempo y por comentar el post. Un abrazo y saludos a la familia.
EliminarExcelente historia.. Me trasladé contigo en esos recorridos culturales...no sabía que la señora Orth es escritora . King Kong también me inquietaba verlo en las películas más grande que esos rasca cielos de New York y verla recién con mi papá en TV durante esta cuarentena impresiona aún más y saber que en esta situación que vivimos hoy todos estamos en las mismas condiciones ..jajaja mi amigo no vale ninguna crema innata cómo la de tú reunión .. Nos llevas en realidad a reflexionar mucho...un fuerte abrazo mi amigo... Gracias 🙏👌👋🏻👋🏻🌷
EliminarQué bueno que esta crónica te haga reflexionar, mi amiga. Esa es la idea, divertir y hacer pensar, decir que las penas tienen fin en este mundo de mariposas destruidas y ríos humanos de indiferencia y soledad. Un abrazo.
EliminarFelicitaciones por tan buen escrito, vamos a tener en cuenta las películas que nombras. Tu hermano Jhon Javier
ResponderEliminarHola hermano, qué bueno que se animen a ver esas películas, pero siempre manteniendo la objetividad, sin dejarse alamar, jejeje. Un abrazo.
EliminarMe entretuve mucho leyendo tu escrito, me llevó a curiosear en los nombres que no conocía, lugares y películas, a parte de muy entretenida, he aprendido mucho y me llevas a querer indagar más, muchas gracias por seguir compartiendo tu conocimiento y experiencias. Un rompe costillas virtual jajaja.
ResponderEliminarHola Deisy, me imagino que eres tú, jejeje. Qué bueno saber que a partir de esta lectura quieres indagar por más. Ésa es la idea, servir de fuente de provocación para un conocimiento posterior. Otro abrazo rompe costillas de vuelta.
EliminarGuau!!! Que delicia de viaje
ResponderEliminarEnriquecedoras visitas a todos los museos, concentración de obras del mundo y largas caminatas.
Lo viví de una manera maravillosa. Gracias
Yolanda E.
Mi querida prima. Gracias por leer este post y recorrer conmigo de nuevo esos caminos y aquellos lugares. Un abrazo y saludos para todos.
EliminarFelicitaciones, excelente escrito. Bendiciones. César Augusto Alzate.
ResponderEliminarMil gracias, César Augusto. Bendiciones de vuelta.
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