Al principio, me supo a cacho; luego, amargo; ahora, ¡me sabe a gloria!
Tengo que confesar que mi primera copa de vino, me supo a cacho,
las siguientes, un poco amargas, las actuales, me saben todas a gloria...
En una cultura como la colombiana, en donde el vino no es la norma ni la costumbre, más bien la excepción, beberlo puede parecer un lujo, una rareza, quizás; sobre todo para quienes superamos la barrera de algunas décadas. ¡Afortunadamente la cosa ha cambiado!
Recuerdo que en mi primer viaje fuera del país, al Perú, por allá en la década de los noventa, más precisamente en el 93, a mis 23 años (es permitido hacer cuentas sobre mi edad), durante el vuelo de ida, la azafata ofreció vino tinto y, yo, por dármelas de sofisticado y, no lo puedo negar, sobre todo para dopar el miedo tan tenaz que me produce volar, acepté. Fue un vino servido en uno de ésos vasos de plástico sólido que suelen usar en los vuelos. A ésa altura de mi relación con el vino ya estaba en los que continuaban sabiéndome un poco amargos y no obstante los diez mil pies de altura, me seguía sabiendo amargo. Pues bien, repetí dosis y me quedó gustando, hasta me calmó un poco los nervios y con ello, me introduje entonces en la etapa de los que me saben a gloria.
Mi experiencia con el vino llegó de la mano de mi apertura, precisamente
a otras culturas, a otros gustos y saberes, por aquello de vivir probando y
probando, y por qué no, para darle un poco de sofisticación a la vida.
Foto casual en Cuzco, Perú
A partir de aquel dichoso viaje, empecé a encariñarme más y más con el
vino (prefiero
encariñarme y no, enviciarme, pues del vino uno se encariña, no se
envicia...risas), lo prefería tinto, pero como leí que para cada
ocasión hay un vino, sobre todo por aquello del maridaje (o "el arte de lograr
la mejor relación entre el vino y la comida...", según Notas, Fechas &Vinos, 2009, Círculo del Vino, Grupo Éxito), que si rosados para los
tiempos cálidos, que blanco si el plato fuerte es pescado o con frutas o
chocolate, que tinto (como
le decimos en Colombia o rojo como le dicen en España o en las culturas
anglo-francoparlantes), con las carnes rojas o espumosos para los
postres; entonces, ¡me sofistiqué más! Empecé a probarlos todos, probar para
ver hasta dónde podía llegar mi paladar y, por supuesto, también mi bolsillo.
En ésos tiempos se entrecruzó en el camino mi amigo, Luis EduardoMadrigal, quien precisamente hablando de vinos, me contó que su papá diseñaba unos
bares espectaculares. Yo ni corto ni perezoso, impulsado por aquel ímpetu de
Baco, le pedí de inmediato que le encargara a su padre hacerme una, según el
boceto que al instante trazamos en una servilleta. A los pocos días llamé a
Luis Eduardo para preguntarle cuánto me iba a costar ése caprichito; gracias a
Dios, fue casi un regalo de su padre para mí, hela aquí!
Si, ése soy yo y mi bar, y mis circunstancias... Este, mi primer
bar se fue en una venta de garaje...
Seguí creciendo en años, madurando como el vino, entonces se me dio por
aprender qué era eso de vinos jóvenes y de larga guarda, entendí que no todo
vino viejo es bueno y que no todo vino joven es malo, hay de todo, vinos
jóvenes con excelente sabor y bouquet-aroma y vinos viejos que no se dejan
colar -para usar un término prestado de mi amigo Flavio-; pues el vino, como
toda materia viva, se altera y se corrompe, más aún si no se conserva en las
condiciones óptimas de luz, temperatura y embotellado. No es mero capricho, la
idea es conservar hasta donde las condiciones atmosféricas lo permitan, sus
cualidades, tales como la nitidez de sus aromas, su color, sabor y textura.
Por allá hacia el 20 del mes de junio de 2009 (recuerdo este
evento, pues el día 25 del mismo, nos despertaríamos en el mundo con la noticia
de la muerte de Michael Jackson, que opacaría la despedida de este mundo de
otra estrella, Farrah Fawcett), llegó un momento que había estado
esperando en mi vida, mi primer viaje a Argentina y con él, más aprendizaje vitivinícola;
esta vez de la mano de mi amiga Olgamar Carnevali y su esposo, Álvaro Martín,
quienes por entonces vivían en la fabulosa ciudad de Buenos Aires. Con
Olga aprendí cantidades acerca de los utensilios relacionados con el arte del
vino, para beber vino como todo un profesional. Que el sacacorchos, el corta
capsulas, el decantador, que el aireador, las clases de copas, los corta gotas,
los tapones y las hieleras. Entre otras cosas, a ella también le debo
haber ampliado mi gama de vinos, pasando de ser bebedor de vinos chilenos a
probar los deliciosos vinos argentinos.
Y como lo bueno se repite, volvería a visitar Argentina con un paladar
más dispuesto en 2012.
Con mis amigos Flavio y Juan Manuel
De izquierda a derecha: Luis, Olgamar, Álvaro, Flavio y Marifer
De izquierda a derecha, dirección arriba y abajo:
copa para vino blanco, copas para espumosos o champañas, aireadores, copas para
vinos tintos, corta capsulas, estuche con los elementos básicos, tapones (el
primero para champaña y los demás para vino), corta gotas y sacacorchos. Eso
sí, lo único indispensable es el buen gusto.
Argentina, vino, carne y Gardel, sinónimos... y el Tango che!
Con el paso de los años seguí bebiendo, digo, degustando vino (no
hay otra forma de aprender de vino, sino bebiéndolo). También por
ésos días aprendí cuál era la distinción entre vinos secos y semi-secos y de su
grado de dulzura, que para entonces se me antojaba mero capricho de técnicos (la guía Repsol de España nos regala estos datos: secos según
tengan entre 0 y 4 gramos de azúcar por litro; semi-secos de 5 a 12 g/l;
semi-dulces de 13 a 45 g/l, y dulces, más de 45 g/l), después
logré “catar” el verdadero sentido, además las etiquetas lo detallan.
Pero las ganas y la curiosidad pueden más! Le tocaba el turno ahora a la
cuna de mis primeros vinos, Chile. Visitaría Santiago de Chile y otras ciudades
de ése hermoso país sureño en 2014, con la fortuna de ser recibido allí por mis
amigos, Fernando Torres Bosetti y su esposa Gey López; con ellos coseché para
la posteridad, bellos recuerdos, casi todos relacionados con el vino y la buena
mesa. Especial recuerdo ocupa en mi memoria la visita que hiciéramos a la viña
Concha y Toro y la embriagadora tarde que compartimos en compañía de
profesionales del área y excelentes bebedores, qué decir de su bodega Casillerodel Diablo!
Otros países del Sur han colmado mi curiosidad por el vino, Uruguay y
Brasil que no se quedan atrás y que también han logrado ponerse en la esfera
internacional por la excelente calidad de sus vinos, algunas copas me tomé allí
también. De mi experiencia con el vino en Europa bloguearé otra vez, pero no me
puedo despedir sin compartir unos tipcitos para saborear mejor el vino:
1. Bebe siempre con una buena compañía, si no
la tienes, igual bebe.
2. Prueba diferentes vinos, pero pruébalos,
desde el más barato hasta el más extraño, así se aprende.
3. Los Tempranillos son mis preferidos junto
con los bivarietales (Dice de dos variedades- cepas de uva
ensambladas, como por ejemplo, Carmenere-Merlot); o
trivarietales (tres variedades, como el Malbec-Syrah-Tempranillo).
4. Cuando abras una botella, termínala, se puede
avinagrar si lo guardas.
5. Nunca le añadas agua o hielo a ningún vino,
te lo tiras.
6. Degústalo, olfatéalo, airéalo, bébelo
despacio, habla con tus amigos, otro sorbo, así sabe y se aprende mejor.
Vienen más sorpresas de diseño de interiores, poesía, literatura y otros
temas, espéralos en un nuevo post.
¡Gracias por ser
parte de mi pasión y por tus comentarios!
Gracias por compartir tus vivencias. Comienzo a leer y no quiero parar, es muy interesante todo
ResponderEliminarIris, tus palabras me animan a seguir escribiendo.
EliminarPara quienes no estamos tan familiarizados , con tanta exactitud y pasión, sobre los razones de tan exquisitos contextos que envuelven la cultura del vino (pues quien lo hace lo ha conocido a todo lo largo y ancho del planeta) resulta un deleite al paladar escuchar tan maravillosos argumentos de su distinción ...Gracias Luis Fer por recrear tu historia y encontrar en ella un espacio donde seremos como dioses (inmortales) por la belleza de tu lenguaje...
EliminarTu amigo Luis Eduardo
EliminarMi querido Luis Edo, aprecio tus palabras porque son sinceras, compartes parte de esta historia.
EliminarValorando cada palabra de este texto insuperable..lo compartiré con nuestros amigos....Seguiremos pendiente...
ResponderEliminarGracias Flavio por ser parte importante y decisiva de este proyecto.
EliminarUaooo!!! Sei stato bravo!! Todo un manual, claro, compacto y atractivo. Me encanto! Cuando nos veamos te paso datos de algunos caldos italianos y españoles . Salute!
ResponderEliminarMi querida Olgamar, mil gracias por tu comentario, sobre todo porque sé no sólo de tu gusto sino de tus excelentes competencias con la palabra. Un abrazo.
EliminarY gracias por haberme incluido en este escrito. Me siento honrada de haber sido un poco la "maestra" de tan agradable cometido, pero tu curiosidad insaciable y tus enormes ganas de saber y profundizar sobre las cosas han hecho posible que hoy podamos leer estas lineas y que nos puedas transmitir lo que aprendiste. Bravo!!!
EliminarQue bien, muy interesante y es un gusto que me des la oportunidad de compartir contigo la pasión por la vida y las cosas mas sencillas.
EliminarFelicitaciones
Gracias María Elena por leer estas líneas y apreciarlas.
EliminarMuy entretenidas tus vivencias y narraciones. Carlos Eduardo Gutiérrez
ResponderEliminarGracias, Carlos, espero seguir entreteniendo con ello.
EliminarLe leí su texto sobre VINO a mi hermana-donde almuerzo. Lo disfrutó tanto como yo y me dijo" cómo escribe de bueno. Le hace a uno vivir esos momentos porque personifica cada escena". Y yo quedé antojada-de vino claro está. Y de tener esa experiencia. Gracias por compartirlo. Luz Stella Muñoz.
ResponderEliminarBueno, ahora quedamos con la tarea de vernos, y si quieres también con tu hermana, y tomarnos una buena botella de un tempranillo o un merlot, tinto. Salud. Un abrazo.
EliminarUyyy voy a tener que viajar para poder aprender de vinos. Que rico, gracias por el artículo.
ResponderEliminarY los tips para degustar los vinos. Por ahora seguiré viajando por el país de Uno y el país del Ara. Liliana Zamudio
Jajaja. La mejor escuela, viajar, conocer otras culturas, abrirse al mundo, al universo.
EliminarTe enviaré luego otras crónicas de viaje para que las leas con tus hijos. Un abrazo.