Ruta de Escape
Ruta de Escape
“Los días del futuro se
alzan ante nosotros como una hilera de velas encendidas. Los días del pasado
quedaron atrás… donde las más cercanas, aún humean, velas frías, torcidas y
deshechas” (Konstantinos Kavafis).
En momentos difíciles lo más fácil es escapar, salir
corriendo, eso hice, no sé si ayudó, lo que sí sé, es que me permitió conocer
parajes hermosos de este país. Escapé y me sentí bien, quería pasar rápido la
página, a la manera de ponerle buena cara al mal tiempo, aunque la procesión
que retumbaba con matracas por dentro, se presentara constante y apabullante. Pero déjenme
los contextualizo.
El año 2005, primero de febrero para ser exactos, acepté el
reto de emprender un proyecto, -con poco dinero, sin horizonte claro, sólo una idea
romántica, de ésas que me gustan a mí-, un reto profesional que marcaría profundamente
mi existencia y que al verlo en retrospectiva, me tienta a leerlo únicamente
por su desenlace.
El proyecto se convirtió en Fundación y por once años cultivó frutos dulces y también amargos; momentos con sabor a gloria, otros dolorosos; compromiso sin límites y, sobre todo, aprendizaje. Se trataba de hacer que escuelas públicas rurales en Colombia recibieran la mejor formación en informática, inglés y liderazgo –muchas veces privilegio de privados-, y asumieran éstas como énfasis de sus currículos. Pues bien, las metas, como ninguno de sus gestores hubiera podido imaginarlo, se alcanzaron; se obtuvo patrocinio de empresas de la talla de Auteco, Dell, HP, Microsoft, entre otras muchas que se unieron a la causa. Se consolidó un programa de becas, de robótica y de voluntarios internacionales bien interesante, y otros más. Pero como el poeta, “a cada uno le llega el día de pronunciar el gran Sí o el gran No” (Kavafis), y yo dije no, pues no me sentía reconocido, más bien presionado, -pretencioso yo solicitando créditos y reconocimientos-. Así que dije, no más, y renuncié.
Esta decisión y el proceso de entrega de lo que también yo había concebido desde cero y visto multiplicarse, me causaron un sufrimiento infinito. Me aferré, lloré como un infante perdido en la multitud en busca de su madre; y también encontré un escape, una ruta, al modo de Benedetti en su rítmico poema ‘ese gran simulacro’, “el olvido está tan lleno de memoria que a veces no caben las remembranzas y hay que tirar rencores por la borda…” y me lancé al futuro en un viaje, como si la Ítaca de Kavafis fuera mi propio destino: “Si vas a emprender el viaje hacia Ítaca, pide que tu camino sea largo, rico en experiencias, en conocimientos…Pide que tu camino sea largo. Que numerosas sean las mañanas de verano en que con placer, felizmente arribes a bahías nunca vistas…”, un viaje para olvidar, para escapar del dolor, también para conocer Colombia o “para no caer en la nostalgia dulzona ni en el resentimiento que todo lo tiñe de desolación…” (Héctor Abad Faciolince. ‘El olvido que seremos’). De eso se trata este post, de un viaje hermoso.
De Medellín hasta Tulcán, Ecuador, ida y vuelta. Mi Ruta de Escape |
De Medellín al Manizales del alma
A las 4:00 a.m. del 28 de diciembre, al día siguiente del
adiós; y de prisa, sin dar paso a la duda, en compañía de mi amigo Flavio,
condujimos por más de seis horas hasta Manizales, la ciudad de los Manizales
-no de los que se comen, pero sí de las rocas graníticas que se encuentran en
la región de donde procede su nombre-. En el camino, logramos con brega, una reserva
en un hotelito, -quizás de las últimas habitaciones que quedaban disponibles
porque se avecinaba la tan sonada y más antigua feria de América, la de
Manizales. Nomás verla en lo alto y mi corazón quería salirse, -Manizales
produce ese efecto-, serán los vientos de su ubicación en la cordillera central,
sus calles empinadas, la majestuosidad de su catedral o la sensación de
conocerlos a todos, no sé, pero me sentí embrujado. El escape empezaba a surtir
efecto.
De izquierda a derecha: Flavio Carnevali, Dagober Pineda y yo. |
Durante cinco días allí, nuestros pies nos llevaron primero a la Catedral Nuestra Señora del Rosario, la más alta del país, 106 m, que recorrimos, primero en ascensor y después por una escalera acaracolada que nos puso en el “corredor polaco”. Recargamos energías en el café de la terraza mientras nuestros sentidos se deleitaban con aquellas hermosas vistas. Y otra vez el asalto de Kavafis, esta vez para recordarme que el escape también tiene sabor a deleite: “Que me detenga aquí. Que también yo contemple por un momento la naturaleza. Del mar en la mañana y del cielo sin límites el luminoso azul, la amarilla ribera: estancia hermosa y grande de luz…”. Les dejo este link de Wikipedia donde se pueden ver imágenes espectaculares.
Catedral Basílica de Nuestra Señora del Rosario |
El moderno cable de Manizales, nos permitió seguir recorriendo esta ciudad que sabe a café (clic para leer "Confieso que soy casi adicto...al café), a ‘Ron Viejo de Caldas’ –el mejor de Colombia para mí-, y a tierra húmeda. Desde la estación Fundadores hasta Villamaría, 2.1 km. que se cubren en menos de media hora, y en compañía de un amigo común, Dagoberto Pineda, quien nos fue ilustrando acerca de la ciudad. Y una anécdota curiosa. De regreso, una dama muy bien puesta, nos contó que el episodio más trágico de su vida ya había sucedido, en ese cable aéreo precisamente. “Un día, mientras se dirigía con su hijo a la ciudad, la cabina fue embestida de súbito y con tal furia por un vendaval, que sus ocupantes fueron mecidos como marionetas. La narradora sufrió un infarto, -gracias a Dios, lograron salvarle la vida en una clínica cercana-; y ella, valiente, seguía retando al destino usándolo como su transporte preferido. Su hijo, en cambio, nunca volvería a usar el cable”. Nuestras miradas de desorbitados ojos se encontraron y un silencio llenó de contenido el final de la historia.
En Manizales amé las puestas de sol, sólo hizo falta caminar
hasta Chipre a eso de las 5:00 p.m., y con ron en mano, dejarse embeber con la
más variada gama de colores que jamás mano humana pueda replicar. Esos ocasos
en Manizales me supieron a inmensidad, a cataclismo, a mares colgando del
cielo, pero también a escapes, y como García
Márquez en sus ‘Cuentos Peregrinos’,
“me alquilé para soñar”.
El Año Nuevo lo pasamos en compañía de un amigo, Domingo
Roncancio y su querida familia, -¡qué personaje su padre, Don José Domingo
Roncancio (q.e.p.d.)! ¡Qué presencia tan agradable guardo en la memoria!-, de
él tuve que decir con Juan Gabriel
Vásquez que “este hombre no ha sido
siempre este hombre… Este hombre era otro hombre antes”, y sí que lo había
sido, sólo bastaba recorrer su historia para encontrar a un hombre contundente
y curtido en las artes políticas. Después de todo comprobé que en Manizales es
como si conocieras a todos desde siempre.
También con Domingo y otros dos amigos más, Saúl Nova y
Carlos Forero, nos dirigimos a Salamina, Caldas. ¡Qué pueblo tan majestuoso!
¡Qué dignidad! ¡Qué pulcritud! Allí, un tinto en la cantina más concurrida del
pueblo; una deliciosa ‘Macana’ en el otro café, también concurrido; unos ‘huevos al vapor’
servidos en tazas para café, en el siguiente; y ‘tirados’ en el café del parque.
Con justa razón este pueblo está en la lista de la red de pueblos patrimonio de
Colombia, les dejo el link para que juzguen por ustedes mismos. Clic aquí.
Foto arriba y abajo izquierda: en Museo de Recuerdos con Flavio Carnevali y Saúl Nova. Foto abajo derecha con Domingo Roncancio y Carlos Forero |
Hacia la Ciudad Blanca, Popayán
La próxima parada en nuestra ruta sería nada menos que
Popayán, ésa ciudad que parece haberse quedado atascada en los anillos del
tiempo, ni siquiera un terremoto como el que vivió en el año 83 logró cambiar
su fisonomía. Popayán posee ese dulce letargo que te invita a historia, a
academia, a más café, a empanaditas de pipián con salsa de maní, a caminatas
sostenidas y a mucho arte colonial. Cuando apenas quedan ya las tenues luces de
la tarde que avisan la llegada de la penumbra de la noche, Popayán, enciende
sus faroles como cercando la ciudad antigua y empiezas a alucinar. Parece como
si de repente te fueras a cruzar con el sabio Caldas o con el ex presidente
José Hilario López –que conste que digo ex presidente-, en una de esas
callecitas en donde se entretejió tanta historia de este país. Por aquí un video exquisito.
De Popayán a Pasto, la
ciudad sorpresa
En seis horas, si no fue más -la soledad de la carretera y lo escarpado del camino nos embelesó, por no decir, asustó-, alcanzamos la ciudad sorpresa, sorpresa porque no obstante que las señales de tránsito te dan la bienvenida, sigues sin verla; se acaban los kilómetros y sigue sin aparecer, de pronto, cuando ya has dudado de la eficiencia de tu GPS, aparece sin previo aviso. Y qué sorpresa, metros más adelante nos topamos con el desfile de blancos, era el 6 de enero, y no podíamos perdérnoslo. ¡Qué derroche de creatividad! ¡Qué mar de colores y de rostros! ¡Qué patrimonio inmaterial de la humanidad tan bien declarado! ¡Qué alegría!
En seis horas, si no fue más -la soledad de la carretera y lo escarpado del camino nos embelesó, por no decir, asustó-, alcanzamos la ciudad sorpresa, sorpresa porque no obstante que las señales de tránsito te dan la bienvenida, sigues sin verla; se acaban los kilómetros y sigue sin aparecer, de pronto, cuando ya has dudado de la eficiencia de tu GPS, aparece sin previo aviso. Y qué sorpresa, metros más adelante nos topamos con el desfile de blancos, era el 6 de enero, y no podíamos perdérnoslo. ¡Qué derroche de creatividad! ¡Qué mar de colores y de rostros! ¡Qué patrimonio inmaterial de la humanidad tan bien declarado! ¡Qué alegría!
Carnaval de Negros y Blancos, Pasto, Nariño |
Pasto sí que nos sorprendió, ésa misma noche, afuera de la puerta del hotel sufriría un asalto, -ingenuo yo que pensé sería sólo una chanza de transeúntes bienintencionados dándole una amigable bienvenida al turista y una escena más con espuma-, menos mal sólo fue el celular, me quedé sin palabras. En cinco días surcamos Pasto con sus iglesias, parques y calles, sobre todo con sus calles y cafés.
Cruzando la Laguna de la Cocha hacia la Isla La Corota |
Desde Pasto nos dirigimos a la Venecia Colombiana, a la laguna de La Tota, 2.800 msnm, hermosa, llena de aire puro, de verde sin límites y goce para los sentidos. Allí no pudimos ceder al encanto de la isla ‘La Corota’ que en medio de la laguna se erige como el caparazón de una tortuga, paraíso de las heliconias que recorrimos con entusiasmo, y que hoy hace parte del sistema de parques naturales de Colombia y del Convenio Ramsar. ¡Qué buena dosis de ecoturismo! Por aquí el link.
Aquí un buen video.
Superadas las casi dos horas por la misma carretera, abismal
e intimidante, más congestionada, la Panamericana que nos había acompañado
desde días atrás, y no sin antes pedirle a don Jorge -aquel día descansábamos de la conducción-, que por favor moderara la velocidad, no
fuera a ocurrirnos como al protagonista de su anécdota, nos topamos, ya en Ipiales, donde los ocasos se tornan verdes, con el santuario
de Nuestra Señora de las Lajas que, “vista
desde lejos, la catedral parece hincharse como una burbuja gris. Al acercarnos,
se cierne sobre nosotros, gigantesca y amenazadora. Pero de repente se
desvanece”, -con el permiso de doña Virginia
Woolf y sus ricas en detalles ‘Escenas
de Londres’-. ¡Qué admiración por el ingenio humano! ¡Qué obra maestra situada en el cañón del río
Guátira! ¡Qué ganas de lanzar los ojos al cielo para agradecer! Miren este espectáculo.
Pero no voy a dejarlos en vilo con la anécdota de don Jorge,
que nos puso los pelos de punta. Aquél sanandresano difuminado en Pasto,
haciendo uso de ese histrionismo que caracteriza a casi todos los de su región,
empezó diciendo: “una noche loca de esas
de mi juventud, salí a rumbear a Ipiales con unos amigos, de regreso a Pasto,
con tragos y rodeados de penumbra, uno de ellos pidió que nos detuviéramos para
mear, -todos queríamos mear- así que cada uno buscó su lado… al cabo del acto
fisiológico volvimos al carro, esperamos, faltaba uno -Carmelo, creo que fue el
nombre que nos dijo-, lo llamamos, el frío empezaba a colar en los huesos; a
voz en cuello repetimos el llamado, pero sólo recibimos el eco desde el cañón,
nunca lo volveríamos a ver, desapareció como por arte de magia del abismo. Y nunca apareció su cuerpo”. Con mayor
razón le pedimos atención y prudencia.
Acto seguido, a San
Miguel de Tulcán
En menos de media hora estábamos ya en Tulcán, Ecuador, con el único propósito de llenar nuestros vientres ya rugientes y de visitar el cementerio ‘José María Azael Franco Guerrero’. Primero lo segundo, el estómago aguardaría. Mis ojos no daban crédito a la experticia de manos artesanas que sobre pinos y cipreses actuaban como cinceles sobre el más fino mármol. “Por fin tuve un harén de nomeolvides y no puedo olvidarlos porque añaden azul a mi memoria”, para tomar prestado el verso de Benedetti. ¡Qué jardines!
En menos de media hora estábamos ya en Tulcán, Ecuador, con el único propósito de llenar nuestros vientres ya rugientes y de visitar el cementerio ‘José María Azael Franco Guerrero’. Primero lo segundo, el estómago aguardaría. Mis ojos no daban crédito a la experticia de manos artesanas que sobre pinos y cipreses actuaban como cinceles sobre el más fino mármol. “Por fin tuve un harén de nomeolvides y no puedo olvidarlos porque añaden azul a mi memoria”, para tomar prestado el verso de Benedetti. ¡Qué jardines!
Más de 300 esfinges que representan varias culturas para el
goce de vivos y muertos –no sé si los segundos alcanzarán tal disfrute-, pero
yo, ya medio muerto de hambre me deleité, haciendo espacio para el almuerzo. A
la salida, buscamos un buen lugar para almorzar con cuy, que traíamos tatuado en las retinas de tanto verlo girando en cada esquina, -tanto al sur de
Colombia como en Ecuador, Perú y Bolivia se come este roedor-, pero no encontramos
el lugar adecuado, así que terminamos comiendo comida china en una restaurante
disfrazado de ‘Las mil y una noches’, ¡Vaya mezcla!
Ya de vuelta en Pasto, y yo más tranquilo y sosegado, nos
dispusimos al regreso.
A Cali, la ‘sultana del
Valle’, la ‘sucursal del cielo’
Esta capital, hoy Distrito Especial, Deportivo, Cultural, Turístico,
Empresarial y de Servicios, se ubica en mi memoria como el referente más
próximo de ciudad. Fue Cali la primera ciudad grande que visité siendo apenas
un impúber –soy de provincia-. Llegaba a ella buscando su brisa
paz-cífica y reconfortante, -es una pena que ahora nuestras ciudades sean una
ola de contaminación y smog-; buscando quizás un poco de ritmo, escritura y
alegría, como sólo Cali puede ofrecer; pues Cali me sabe a Jorge Isaacs, a
Enrique Buenaventura, al prematuro Andrés Caicedo y al ya entrado en años,
Teatro Experimental de Cali. Invitación a bailar, a distensionarse, al disfrute
desprevenido y desprogramado de la vida, y eso hice en Cali.
Una mañana entera dejamos que las fauces del museo La Tertulia
nos devoraran; y que otras horas en el museo del oro Calima nos recordaran las
raíces.
Anduvimos especialmente por el Bulevar del Río, acompañados
por los maullidos figurados de los gatos de Tejada; alcanzamos la Ermita, el
edificio de Coltabaco y el teatro Jorge Isaacs. Saboreamos uno que otro
tentempié de esos con sabor a Pacífico, -ceviche en canastos de plátano…mmm-,
mientras nuestros pasos nos llevaban por el legendario barrio San Antonio.
Armenia, ‘ciudad
milagro’, mi terruño
El expresidente colombiano, Guillermo León Valencia, bautizó
a Armenia como la ciudad milagro por su rápido crecimiento; apelativo que
recobraría fuerza cuando la respuesta de este pueblo ante el intempestivo
terremoto del 1999, lograría sacarla avanti en menos tiempo del previsto. Su
nombre había sido elegido cuando las noticias del genocidio Armenio por parte
de los turcos en el Cáucaso, llegará por estas tierras. En mi pequeño terruño
gozas con las sonrisas de desconocidos que no escatiman a ofrecértela, con más
café que nunca y con aires a tierra aún pura. Clic aquí para ver video.
Parque Nacional del Café, Montenegro, Quindío. Izquierda abajo con Rodolfo Restrepo y Flavio Carnevali. |
Desde Armenia fuimos hasta Montenegro para visitar por un día entero el Parque Nacional del Café, ya conocido por propios y extraños. También Calarcá, que dista tan sólo quince minutos de la capital del Quindío, y La Unión, Valle, nos entretuvieron cuando visitamos a mi familia, que por años no veía. Alcalá, Santa Rosa de Cabal y Pereira, no fueron la excepción, nos recibieron con brazos abiertos.
Arriba: con mi padre, Gilberto y mi hermano Jairo. Abajo con mis tías Virgelina y Blanca (de sombrero). |
En este pedazo de tierra, el departamento más pequeño de Colombia, en donde abundan las aves, pensé: “hace ya varios siglos que pájaros ilustres sobrevuelan los predios de la vasta poesía. La golondrina, el ruiseñor, la alondra, la calandra, el jilguero, el picaflor, el cuervo, la oropéndola y por supuesto el ave fénix han sido convocados por poetas para poblar sus bosques, ornamentar sus cielos y rellenar metáforas…”, (Mario Benedetti. Pájaros). Invitación implícita a levantarse de las cenizas a emprender el vuelo, aunque el invierno aún no acabara.
De Armenia volvimos a Medellín habiendo recorrido 1.864 kms, 8 departamentos y 15 ciudades y pueblos, en un mes y con el espíritu despejado
para emprender otro proyecto, Ancla Asesores
y Consultores SAS.
Alguno se preguntará por
qué cuento esto y le diré que, “he leído
en alguna parte que un hombre debe contar la historia de su vida a los cuarenta
años, y ese plazo perentorio se me viene encima…” (El ruido de las cosas al
caer, Juan Gabriel Vásquez). A mí ya se me pasó hace rato, pero no importa; –de paso sea dicho que amo también el
título de este libro de Vásquez. Cuando
las cosas caen producen un ruido ensordecedor, piensen en una olla que cae en
la cocina o en la bajilla que un despistado mesero deja caer. Esto
también aplica para situaciones humanas, una dictadura por ejemplo -y a mí se me había caído algo-. O tal vez lo cuento porque “no hay un río del olvido, hay mar de
memoria, ese que trae amor, fatigas, gloria o un privilegio cándido y tardío…”
(Mario Benedetti. Mar de la memoria). O simplemente porque “a pesar de las atrocidades ya a la vista, el
hombre avanza perforando los últimos intersticios donde se genera la vida”
(Ernesto Sábato. Antes del fin).
Definitivamente, me embelesa tus post. Muchas gracias por compartir esas cosas de tu ser. Eres un amigo muy especial! Te quiero. Jaime Velásquez.
ResponderEliminarJaimito, gracias por tus palabras. Qué bueno que lo hayas leído. Un abrazo.
EliminarMe encanto bastante , me deleité leyendo. Rodolfo Restrepo.
ResponderEliminarGracias Fito por ser tan fiel lector y seguir de esta aventura personal y, sobre todo por ser amigo incondicional.
EliminarLuis Fernando, mi Amigo del Alma ! Gracias por tus detalles y por compartir conmigo tu tesoro, la memoria de tu corazón, uno de los tantos dones preciosos que Dios te ha regalado. Estoy orando por ti. Perdona mi silencio. Recibe mi Abrazo y cariño. Padre Rafael Lopera.
ResponderEliminarRafael, es con todo gusto, sobre todo cuando conoces muy bien de todas estas experiencias de vida y aprendizaje que he vivido. Un abrazo.
EliminarAmé el texto. Amé la sutileza. Gracias por citar a Borges y a Juan en el ruido de las cosas al caer. David Bastidas.
ResponderEliminarHola David, gracias por leerme y por tu comentario. Un abrazo.
EliminarQu e lindo gracias por dejar q yo hiciese parte de tu historia. Dagober Pineda.
ResponderEliminarGracias a ti Dago, por esos días tan agradables en la bella Manizales.
EliminarHey Luis muy buen post
ResponderEliminarYa lo lei. Es bueno saber de ti maestro. Sergio Hernández
Epa mi querido y siempre recordado Sergio, espero que todo te esté yendo bonito. Gracias por leerme. Un abrazo.
EliminarQue bonito escrito me emocioné mucho al leerlo, lo felicito. Que Dios me lo bendiga y me alegro mucho que le haya ido bien en la quimio.Dios lo guarde. Un abrazo. Rocío Hurtado
ResponderEliminarPrima, qué bueno leer tu comentario y saber que te gustó el post, gracias por tus bellas palabras y sinceros deseos. Un abrazo.
EliminarHola primo, espero que te encuentres muy bien , me gustó mucho el recorrido que hiciste por la parte occidental de Colombia, tenemos muchas cosas lindas, como paisajes, iglesias que no conocemos, yo me acuerdo cuando pasaste por acá a darnos el respectivo saludo y faltó las fotos con tus primos Calarqueños,, bueno primo estaremos en contacto, cuídate , abracito. Gloria Hurtado
ResponderEliminarPrimita, estoy en deuda con esa foto. Un abrazo.
EliminarGracias Luis Fernando por compartir tus experiencias, tienes mucho talento para escribir, adoro tus narraciones y esa esquisita combinación de citas literarias, links de videos, escogidos cuidadosamente escogidos por ti, Dios te de mucha vida y restaure tu salud. Un abrazo y mil bendiciones.
ResponderEliminarMi querida Ernestina, mil gracias por tu generoso comentario y tu fidelidad en la lectura periódica de estas experiencias. Valoro mucho tu aprecio.
EliminarQué delicia de viaje! Uno siente que ya no necesita hacerlo; sería como repetir un paseo.
ResponderEliminarLa descripción de cada sitio y experiencia es tan clara y detallada, que uno alcanza a sentir que lo está viviendo.
Qué magia!
Gracias
Ferchito, me alegro que las quimios se sientan así. Esa es la gracia de Dios.
Un inmenso abrazo
Gracias a ti por tus bellas palabras y por tanta generosidad.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarDeliciosa lectura. Cada vez que leo, me enamoro más de su forma de hacerlo.
ResponderEliminarSuper la noticia de las quimios.
Eso es gracia de Dios��
Un inmenso abrazo. Yolanda Estupiñán.
Mi querida Yolanda, gracias por tus palabras llenas de fe y de amor. Un abrazo.
EliminarThank you so much for sharing your blog post with me, Luis. Such beautiful words <3 You have such a loving soul and our short time working together has left a lasting imprint on my heart. At my time with the Marina Orth Foundation you were such a ray of light, a positive, intelligent, and caring leader and a wonderful role model. You should be so incredibly proud of all of the work you had done there - transforming lives and communities!!! Thank you for being such a wonderful representation of the beautiful people I met in my travels to Colombia. I am so sorry to hear you are going through chemotherapy. You will be in my thoughts and prayers.
ResponderEliminarMy dear Niki, thanks to you for your generosity and your full of love words, I appreciate that. I am feeling fine. A big hug! Keep in touch.
EliminarGracias Luisfer por esas palabras tan hermosas para mi padre. Y si a eso le añadimos las referencias a mi poeta favorito (Kavafis)...
ResponderEliminarMi querido Domingo, eso fue lo que percibí de tu padre y me alegra haberlo traido a colación en este post. Kavafis es genial. Uno de mis preferidos para mi también.
EliminarApreciado Luisfer, cada vez me enamoro más de la forma en que narras tu experiencias vividas, llenas de sutileza, detalles y literatura. Me alegra mucho que vas muy bien en tu proceso de recuperación. Abrazos.
ResponderEliminarMi querida cuñada, me alegró mucho verte, tu serenidad me ayuda mucho. Gracias por leer estos textos que están cargados de vida y valorarlos de la manera como lo haces. Un abrazo.
EliminarQue delicia de viaje, de tu mano fui recordando todos esos bellos paisajes y hermosas ciudades con esa forma tan agradable de contar tus experiencias. No sé porqué al empezar a leerte, sentía que iba a estar ahí, que bellos recuerdos, ese recorrido tan especial junto a Domingo, Flavio y tú, totalmente cierto aquello que recordar es vivir. Gracias por tu amistad y cada día me hace más feliz, saber que vas hacia adelante, un abrazote amigote, Saúl Nova
ResponderEliminarMi querido Saúl, aprecio tu amistad tanto como tus halagos al respecto de mi simples líneas. Eres muy generoso! Gracias a ti y ojalá que la vida nos regale muchos más momentos para compartir con los amigos, para disfrutar de la simplicidad que es felicidad.
ResponderEliminarHola Fercho felicitaciones x compartir esos momentos tan especiales con tus amigos me alegra que todo este muy bien un abrazo y padelante hermano.
ResponderEliminarGracias a ti por leerlo y disfrutarlo y por estar cercano.
EliminarDon Luis, orgullosa de leer de sus textos.
ResponderEliminarEste en específico me acarició el alma y me inundó de nostalgia al evocar su presencia en nuestras mañanas escolares. Feliz de recordar el gran impacto que tuvo usted es nuestro proceso educativo.
¡Abrazos! María Isabel Araque.
María Isabel, gracias por la generosidad y dulzura de tus palabras. Un saludo grande a tu inmensa familia.
EliminarPura vena de escritor. Hace falta un escritor que narre el paisaje y el cotidiano.... al rescate de la herencia de las costumbres bonitas. Nancy Cárdenas.
ResponderEliminarMi querida Nancy, recibo tus palabras como de fuente bendita, por ser una excelente maestra de nuestra lengua. Un abrazo.
EliminarQue delicia de escrito; gracias por compartirnos sus experiencias .
ResponderEliminarAracelly, qué bueno que lo hayas leido y disfrutado. Gracias por ser fiel lectora y amiga. Un abrazo.
EliminarLuis,
ResponderEliminarI just learned that you are undergoing chemo. Carol and I are thinking of you and praying that you will soon be healed. I enjoy reading your Facebook posts and following your adventures.
Your latest trip to Tulcan via Popayan, Pasto and Ipiales reminded me of a trip I took with two other volunteers when I was in the Peace Corps in Medellin. We had some vacation time and decided to travel overland to Quito. We traveled by taxi, train, bus and train again to Quito stopping in those cities as well as Otovalo before arriving in Quito. It was memorable and fun.
Saludos y abrazos
Howard Ellegant.
Hi Howard,
EliminarThanks a lot for your message that I find very kind. It has been a hard time, cancer change the life in a very positive way becuase it demands you change your food habits, right now I am trying to be more concious about what I eat and what I cannot eat. Chemo has been soft, I just feel headache and fatigue, but not vomit or nausea fortunately. I just start and I should have seven more chemo, hope it will be ok and enough.
Thanks for reading my blog. Also thanks for your prayers. Please say hello to Carol on my behalf.
Regards,
Su experiencia de este maravilloso viaje es conmovedora. Usted siempre observa los puntos o sitios claves de cada ciudad, de cada calle por donde pasa, con mayor razón si son parques.
ResponderEliminarYo no tenía idea de la existencia de esa belleza de pinos convertidos en esculturas. Y su descripción acompañada siempre de la referencia literaria e histórica de cada lugar, me encanta. Me hace sentir ahí presente a-través de-su.mirada descriptiva.
Realmente fue un largo viaje para celebrarlo en un solo relato
Afortunadamente usted y sus maravillosas fotografías, lo llevan a uno al sitio y con ustedes en contexto.
Dos observaciones-:
La-quimio o ese párrafo final sobra en este texto.
Esfinges....representando...
DESPUES-DE UN SUSTANTIVO COMO ESFINGES NUNCA-DEBE IR UN GERUNDIO( ANDO yendo siendo yendo) este acompaña es a un verbo.
El BELLO teatro Jorge Isaac. Como el concepto de belleza o bello es taaaaan personal , si usted desea contar de su belleza. Falta una descripción puede ser de su arquitectura, colores, decoración, en fin para-que el lector reduzca su belleza, no porque usted le dice.
Y una ultima.......ME ESCAPÉ Y ME SENTI BIEN. quedaría mejor.
Por lo demás, FELICITACIONES. Usted narra tan delicioso porque le añade sentimiento tan bien expresado que emociona al lector y como se las ingenia para complementar literariamente, le queda SÚPER. UN ABRAZO. Largo viaje para CELEBRARLO (NO) para-relatarlo. Luz Stella Muñoz.
Qué bueno, Luz Stella que me haya acompañado por ese recorrido tan significativo para mí. Al fin y al cabo somos viajeros hacia el infinito o no sé, pero viajeros. Gracias por sus correcciones que aprecio. Un abrazo.
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