Nº 15 MAR TESTIGO
Mar Testigo
Enero 13 de 1998
"Vuelve otra vez y tómame,
amada sensación retorna y tómame
-cuando la memoria del cuerpo se despierta,
y un antiguo deseo atraviesa la sangre;
cuando los labios y la piel recuerdan,
cuando las manos sienten que aún te tocan.
Vuelve otra vez y tómame en la noche,
cuando los labios y la piel recuerdan..."
(Constantin Kavafis)
Impulsado por el encuentro,
seducido por el largo brillo de tus rizos,
rizos,
rizos dorados.
Mar de mil velos vestido,
orlas que las olas dibujaron,
teñidas de azul, de verde, de blanco,
de ilusión y de ensueño.
Mar luminoso, tenebroso, enmudecido,
hablando en sus idas y venidas,
en sus arenas mil, en sus pieles,
en sus palmeras al vuelo, mar encantado.
Testigo fiel de este encuentro,
porque también tú me has divisado,
encantado, ilusionado,
amando hasta el extremo.
Testigo de mis besos, de tus besos,
de nuestras caricias,
de nuestras miradas,
miradas que también tocaron.
La mar rubia, de mechones dorados,
mejillas rojas, piel bronceada,
engalanada de azules, su vestido al viento,
sus encajes danzaron.
Impulsado por el encuentro,
seducido por el largo brillo de tus destellos,
rizos, rizos,
Una preciosura tu poema, Luisfer. Y también yo, al igual que tú, disfruto la obra de Kavafis.
ResponderEliminarQué bueno, verdad que es un gran poeta? Amo su contundencia, su brevedad.
EliminarQue hermoso poema, felicitaciones primo. María Lady.
ResponderEliminarGracias María Lady por leerlo y por seguirme.
EliminarExcelente tu poesía. Mar testigo de rizos dorados. Un abrazo y sigue adelante.
ResponderEliminarGracias, Nancy Cárdenas, así lo haré y espero seguir contando con tu lectura y tus comentarios, que considero de calidad.
EliminarExcelente mi buen amigo, pintando de color los recuerdos... Ahora saben a memoria, a gloria, a vida en el tiempo sin horas. Felicidades. En el mismo horizonte de gustos y colores. José Delgado.
ResponderEliminarMi querido José, recibo tus palabras como de fuente nítida y clara, un fuerte abrazo, amigo.
EliminarEl estuvo a mi lado, como un río navegó en mi cuerpo, sus orillas fueron mi sociego, mis brazos se abrieron para recibirlo, ahora no está, su río se perdió en la montaña del tiempo, no volverá y yo le esperé, pero ya la espera termino, él se ha ido al paraíso a ver al señor, yo me he quedado sola esperándole. Marisol Pinzón.
ResponderEliminarQué hermoso, Marisol. Contundente, gracias por compartir tu poema. La poesía es forma y contenido para expresar la partida de tu amor, sigue haciéndolo.
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