DOS MUJERES Y DOS HOMBRES, EN CINE
¡Las comparaciones son odiosas! Siempre lo hemos oído decir,
para mí, más bien una herramienta que nos permite ver que siempre estaremos de un
lado o de otro; ver lo bueno y no tan bueno, lo malo y no tan malo, lo gordo y
no tan gordo, lo bajo y no tan bajo, a humanos e inhumanos; simplemente eso,
descubrir que en el escenario de la vida estamos regidos por la ley de los
contrarios, -ésa ley que hace que uno de los elementos que conforman las dos
caras de la moneda, por ejemplo el bien, excluya al otro elemento, el mal-
Pues bien, eso me pasó este fin de semana, octubre 7, en que
en mi ya acostumbrado menú de cine no pude dejar de comer comparación. Sábado
en la noche, películas dos por una –en promoción, a mitad de precio- primero, “Dos Mujeres” -con una pausa de 10
minutos hasta la siguiente, en la misma sala y en las mismas sillas, en el mismo
teatro, Cinemas Procinal de las Américas-; y después, “Cezanne y Yo”. Desde mi perspectiva de novato, la primera buena y
la segunda no tanto, ley de los contrarios.
Catherine Denueve (Beatrice) y Catherine Frot (Claire). |
Primero déjenme dar un poco de información de ambas
películas:
“Cezanne y Yo” “Dos Mujeres”
Título original: “Cézanne
et Moi” “Sage
Femme”
Fecha estreno: agosto 2017 septiembre
2017
Director-a: Danièle
Thompson Martin
Provost
Reparto: Guillaume Gallienne y Guillaume Canet Catherine Frot, Catherine Deneuve, Olivier Gourmet
Género: Comedia
dramática, Biografía, Histórico Comedia
dramática
País: Francia Francia
“Dos Mujeres”, a su haber con Catherine Denueve y
Catherine Frot, actrices legendarias y experimentadas, que se la juegan todo
cada vez que salen a escena. A Denueve la hemos visto ir y venir en la gran
pantalla, ya en “Indochina”, película por la que sería nominada al Óscar o en “El último Metro”, con la
que ganaría el Premio César o ya recibiendo
el más reciente de sus reconocimientos en 2016, el Lumiere, por su carrera cinematográfica.
A Catherine Frot, por
su parte, se le ha visto más en las tablas, es su especialidad, eso lo deja ver
en su manera de interpretar, más íntima y directa. Su genialidad le valió el
premio “A la Crítica Teatral” en 1983
por su creación “¿Cómo Era?” de Jean Bouchot. Pero definitivamente su mejor
papel lo ha jugado en la interpretación que hiciera en 2015 de la baronesa estadounidense,
Marguerite Dumont, en la película, “Marguerite” (millonaria que
ilusionada con la ópera, vive como tal, no obstante sin poseer ningún talento
musical, es otra de ésas películas que recomiendo, divertidísima).
En la película, estas actrices que dejan ver su talante a
través de una actuación sólida, consistente y sin pausas que suelten al espectador
-más allá de las permitidas por el ritmo dramático del tema-, lo mantienen a uno
como imán a su metal, siempre juntos actor y espectador; el cierre, un final abierto, se
puede entrever, ya el deceso de Beatrice, interpretada por Denueve, amante del
padre de Claire, interpretada por Frot o ya su partida a un lugar lejano. El
espectador decide.
En parte comedia, en parte drama, esta gran película nos recuerda que en la vida todo está unido, somos la suma de nuestros días y el entramado de nuestras historias, buenas y no tan buenas; nos recuerda la importancia de saldar cuentas, de cerrar procesos, de no dejar puertas abiertas, pues tarde que temprano buscarán ser cerradas las unas y saldadas las otras. Esto pasa cuando Beatrice aparece en la vida, un tanto aburrida de Claire y le escarba todos sus rencores, pero también le da alegría, le abre nuevos horizontes. Beatrice, no obstante su partida inminente, disfruta de la vida, se extralimita, quizás un poco. Claire, en forma, vive dedicada a su trabajo, pero sin mucha pasión, con una vida más bien plana, que con la presencia de Beatrice, y también de su nuevo novio, Paul, es adornada con nuevos matices. La “muerte” o el viaje de Beatrice al final, le da a la vida de Claire, paradójicamente una luz; muerte-partida/vida-luz, otra vez la ley de los contrarios.
En parte comedia, en parte drama, esta gran película nos recuerda que en la vida todo está unido, somos la suma de nuestros días y el entramado de nuestras historias, buenas y no tan buenas; nos recuerda la importancia de saldar cuentas, de cerrar procesos, de no dejar puertas abiertas, pues tarde que temprano buscarán ser cerradas las unas y saldadas las otras. Esto pasa cuando Beatrice aparece en la vida, un tanto aburrida de Claire y le escarba todos sus rencores, pero también le da alegría, le abre nuevos horizontes. Beatrice, no obstante su partida inminente, disfruta de la vida, se extralimita, quizás un poco. Claire, en forma, vive dedicada a su trabajo, pero sin mucha pasión, con una vida más bien plana, que con la presencia de Beatrice, y también de su nuevo novio, Paul, es adornada con nuevos matices. La “muerte” o el viaje de Beatrice al final, le da a la vida de Claire, paradójicamente una luz; muerte-partida/vida-luz, otra vez la ley de los contrarios.
Por su parte “Cezanne et Moi”,
toca la vida de dos hombres genios, el uno de la pintura, hijo de una familia
acomodada –expresión que tomo prestada de mi madre-, Paul Cezanne, postimpresionista,
famoso por sus bodegones, “Botella,
garrafa, jarro y limones” y “bodegón con manzanas y naranjas”; y sus
pinturas, “Las Grandes Bañistas” y “Los
Jugadores de Cartas”, entre muchas otras. El otro, Émile Zola, escritor, -cuentista,
novelista-, hijo de una familia con bastantes limitaciones económicas y crítico
de la burguesía y de los vicios que ella conlleva; aunque después de todo, terminó
viviendo como uno más de los sujetos de su crítica -de nuevo contradicción-;
famoso por sus cuentos, “Angéline o la
casa encantada”, “Los hombros de la marquesa” y “Viaje circular”, entre
otros; y de su famosa carta, “Yo Acuso”
en la que trata el caso Dreyfus, con
la que toma parte en la causa pro-judíos en Francia.
La larga amistad –desde la escuela fueron inseparables-, que vivieran los dos genios, se vio afectada cuando Zola decide comentar la vida y obra de su amigo Cezanne (el hecho histórico no es claro, pues parece que Zola lo que buscaba era hacer una crítica de los impresionistas franceses), -también hay que decir que el perfeccionismo y los grandes contrastes en la vida de Cezanne debieron haber sido buena materia para un escritor como Zola-, haciendo que se distancien, no obstante el afecto profundo que se profesaban.
Para mí, la película es como mi comentario ahora, fría, le falta solidez a la hora de contar la historia. A mí, por lo menos a mí, me faltó más del color y la luz que Cezanne deja ver en sus pinturas, más de la estridencia de sus destellos y paisajes; más de la picardía que deja entrever en obras como los jugadores de cartas, y del placer y sensualidad como las que se ven en sus muchas escenas de bañistas. Me faltó más poesía como la de Zola, más historia contada como a la manera de sus cuentos. A mí, al final, me faltaron más contrastes entre pobreza y riqueza, entre las oscuridad que supone la división de dos amigos y la luz que supondría la obra respectiva de cada uno de ellos. ¡Me faltaron cinco para el peso!
Pero mi dosis de cine de fin de semana, me devolvió la esperanza, aún en las contradicciones de la vida, en lo inexplicable, que a veces es mejor dejar así, en las razones sin razones y en ése hilito de luz que puede caber, incluso en la total oscuridad. De todas maneras, dos películas que vale la pena ver y hacerse a un propio juicio. Vaya, ¡diviértase!, aunque sea con entradas en promoción, y no lo olvide, cultura, cultura.
La larga amistad –desde la escuela fueron inseparables-, que vivieran los dos genios, se vio afectada cuando Zola decide comentar la vida y obra de su amigo Cezanne (el hecho histórico no es claro, pues parece que Zola lo que buscaba era hacer una crítica de los impresionistas franceses), -también hay que decir que el perfeccionismo y los grandes contrastes en la vida de Cezanne debieron haber sido buena materia para un escritor como Zola-, haciendo que se distancien, no obstante el afecto profundo que se profesaban.
Para mí, la película es como mi comentario ahora, fría, le falta solidez a la hora de contar la historia. A mí, por lo menos a mí, me faltó más del color y la luz que Cezanne deja ver en sus pinturas, más de la estridencia de sus destellos y paisajes; más de la picardía que deja entrever en obras como los jugadores de cartas, y del placer y sensualidad como las que se ven en sus muchas escenas de bañistas. Me faltó más poesía como la de Zola, más historia contada como a la manera de sus cuentos. A mí, al final, me faltaron más contrastes entre pobreza y riqueza, entre las oscuridad que supone la división de dos amigos y la luz que supondría la obra respectiva de cada uno de ellos. ¡Me faltaron cinco para el peso!
Actores Guillaume Gallienne (Cazanne) y Guillaume Canet (Zola). |
Pero mi dosis de cine de fin de semana, me devolvió la esperanza, aún en las contradicciones de la vida, en lo inexplicable, que a veces es mejor dejar así, en las razones sin razones y en ése hilito de luz que puede caber, incluso en la total oscuridad. De todas maneras, dos películas que vale la pena ver y hacerse a un propio juicio. Vaya, ¡diviértase!, aunque sea con entradas en promoción, y no lo olvide, cultura, cultura.
Vienen más sorpresas de diseño de interiores, poesía, literatura,
quesos, vinos, viajes, teatro, danza y otros temas, espéralos en un nuevo post.
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