Nº 12. UN CANTO A LA SOLEDAD

UN CANTO A LA SOLEDAD
Noviembre 4 de 1997

"Me despertó un roce... Delante de mí no había ni la más mínima sombra, y cada objeto, cada ángulo, todas las curvas, se dibujaban con una pureza que hería los ojos".
Albert Camus (El Extranjero).





La soledad se me apareció
me dejó ver su faz,
angelical,
diabólica a la vez.

Sus manos blancas,
en ellas venas pronunciadas,
azuladas,
manos heladas e inmóviles.

Sus cabellos rubios,
rubios sus mechones de oro,
cabellos crespos, brillantes,
obnubilaron mi mirada.

Vestida de blanco,
largamente vestida,
balbuceando palabras insonoras,
no escuchables,
imperceptibles.

Soledad acompañada
acompañada de hastío, de frialdad
invitación a morirse lento,
al suave vuelo.

Encuentro con la libertad,
ansiedad calmada,
espacio abundante,
violación al desespero.

Llegó a mí la soledad,
vestida de oleaje,
cadavérica, a la vez que delicada
inhabitual, inesperada.




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